Chronica, Vol. 2, Núm. 2, enero-diciembre 2023, ISSN 2953-3376, pp. 112-119
Esta obra se publica bajo licencia Creative Commons 4.0 Internacional.
(Atribución - No Comercial - Compartir Igual)
“A fin de poderme preparar debidamente”. Algunas notas sobre la osadía y tenacidad de Artémides Zatti para poder estudiar
Hugo Carlos Vera
Salesiano de Don Bosco
hvera@donbosco.org.ar
El presente aporte no tiene la intención de ser una investigación conclusiva respecto de las exiguas y muchas veces “imposibles” oportunidades de nuestro santo enfermero para acceder al estudio. Quieren ser solo notas que abren a eventuales desarrollos más específicos sobre el argumento, inclusive a partir de documentación todavía no encontrada.
El P. Raúl Entraigas, primer biógrafo de Artémides, que lo había conocido y tratado personalmente, nos dejó algunas huellas esporádicas, pero claras, para rastrear las aventuras que tuvo que protagonizar este buen samaritano a fin de realizar algunos estudios y reconocimientos académico-profesionales (Entraigas, 2022).
Nos narra la biografía que un joven Artémides con 19 años, a un par de años de llegar a Bahía Blanca, entusiasmado con la vocación salesiana, partió hacia Bernal, todavía hablando una media lengua castellano-italiana, como lo revelan las cartas de esa época. En Italia, apenas había logrado concluir el cuarto grado, ya que muy pronto debió unirse a su padre y hermanos mayores como “bracciante”, una especie de peón-changarín. Así llegó a la Argentina y así marchó a Bernal, enamorado de Don Bosco, con la idea de ser salesiano. Podemos imaginar a ese muchacho ya crecido, entre compañeros seguramente más chicos, intentando aprender castellano, latín, historia, geografía, etc. Entraigas, en la biografía antes citada, nos comenta que pudo acceder a dos cuadernos de Zatti de esa época en los que se percibía un gran deseo de aprender. Pero eso dura poco. Los salesianos lo ven muy laborioso, entregado, capaz para las cosas prácticas y los estudios comienzan a verse alternados con tareas de “factotum”. Hemos podido encontrar un valioso documento de este tiempo: Artémides Zatti, en 1901, dio algunos exámenes bajo la denominación de “Hijo de María”, como se llamaba en ese tiempo a las vocaciones “adultas” (de más de 16 años). Estas evaluaciones, según aclara el Libro de Exámenes, lo ubicaban a la altura del 2.o año de latín, por esos años previo al ingreso al Noviciado.[1]
Nuevamente la suerte le será contraria, ya que en esas circunstancias es como se contagia y debe dejar Bernal enfermo de tuberculosis y salir hacia Junín de los Andes, meta que no alcanzará, ya que en el camino se decidió que era mejor encomendárselo al P. “Dotor”, Evasio Garrone que estaba en Viedma.
Llegado a su nuevo destino terapéutico, el sendero no será igualmente tan sencillo. El P. Garrone lo recibe, lo cuida, le hace prometer que si sana dedicará su vida entera a los enfermos (lo que Artémides llamará “la profecía” del P. Garrone),[2] pero esto no sucede de inmediato. Hasta 1905 Zatti lucha contra la tuberculosis. Así se relega toda posibilidad de siquiera pensar en estudios, y queda en una situación de “extenso noviciado” hasta 1908, cuando hace la primera profesión como hermano salesiano. En 1904 ya había empezado a frecuentar la “botica” San Francisco de Sales y se fue familiarizando de a poco con el arte de los preparados para la cura y el alivio de enfermedades. Esta será su “escuela” por esos años. Un aprendizaje mixturado por la observación, la curiosidad, la práctica y la consulta a los que saben algo más.
Entre 1910-1911, Artémides toma conocimiento, se desconoce por qué medio, de que en Buenos Aires hay un Instituto, el Austerlitz, que ofrece preparación para rendir exámenes de Bachiller Nacional. En el rastreo realizado,[3] solo hemos podido encontrar hasta el momento una publicidad del mencionado “Instituto” (quizá solo era una oficina) en un periódico denominado Correo de Galicia, en la que se lee:
“INSTITUTO AUSTERLITZ” Decreto del Ministerio de Instrucción Pública - Ley 3 de febrero de 1905. Exámenes por términos. Bachillerato del Nacional en un año y medio. Único establecimiento de exámenes generales en la Argentina. Director: Abelardo C. Dufour. 769 - Calle Chile - 769.[4]
Artémides se ilusiona con poder estudiar, tener título de Bachiller y hasta quizá acceder a la universidad. Así se lo expresa en cartas al P. Esteban Pagliere, que luego citaremos. No se tiene una fecha certera de cuándo inicia los contactos con este instituto, pero efectivamente Zatti establece alguna relación con el mencionado establecimiento. Esto se deduce claramente del material epistolar que hemos podido consultar. En enero de 1911, comenzaron nuevamente los percances para que él pudiera estudiar. El Sr. Dufour no responde a sus cartas (al menos por lo que expresa en una de ellas).[5] Artémides paga la mensualidad de 15 pesos para recibir las “conferencias” (¿apuntes?) que al inicio le llegan, pero luego se discontinúan. Pide a un salesiano de Buenos Aires, el Hno. David Curatto, que se llegue hasta el mencionado Austerlitz. Pareciera que este lo hace y recibe como contestación que “no es costumbre del Director responder a cartas”. Esto lo dice el mismo Zatti, en abril, cuando escribe nuevamente a Abelardo Dufour sin respuesta alguna.[6] En junio le pide por carta al P. Pagliere que envíe nuevamente al hermano a averiguar.[7] Con tenacidad admirable vuelve a escribir a Pagliere a fines del mismo mes, luego de “quedar frío” por el dato de que en esa dirección no hay un tal Instituto (y la dirección que coloca en p.d. es la misma que se encuentra en la publicidad antes mencionada).[8]
Y aquí perdemos el rastro del tema. A pesar de todo su esfuerzo e ilusión, Artémides no logra rendir para obtener el título de Bachiller. En la citada carta a Dufour escribe la frase que hemos elegido como título de este artículo. Él se refiere a prepararse para dar los exámenes, pero podemos leer más en profundidad y descubrir su anhelo de servir a los enfermos con caridad y también con profesionalidad. Inclusive en su carta al P. Pagliere del 04 de junio de 1911, le confiesa la necesidad de “ponerse en regla” para cuidar la permanencia de la farmacia que corría riesgos de cerrarse si quienes la dirigían no tenían titulación adecuada, según comenzaban a requerir las normativas de la época. Nos preguntamos si Zatti fue víctima de un fraude, o si el mencionado establecimiento dejó de poder cumplir lo que ofrecía, por motivos pedagógicos, legales, administrativos. No obstante, Artémides pagó la mensualidad sin recibir nada hasta mayo de 1911, como comenta al P. Pagliere, en la carta del 23 de junio de ese año y con la que envió un bono de 15 pesos para cubrir el mes “con tal que dea [sic] garantías”.[9] Más allá del episodio, interesante en sí, podemos admirar hasta dónde llegaba el ingenio y la tenacidad de Zatti. Con 31 años, estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para servir a los pobres, sin medir fatigas ni ahorrar medios. Y a pesar de un nuevo fracaso (o su apariencia) no se dará por vencido.
Zatti, “pariente de todos los pobres”[10] no solo por su hacerse cargo de las necesidades de tantos enfermos de su tiempo sino, como estoy intentando presentar, “pariente” en la falta de oportunidades formales en lo escolar, no se deja ganar por la desesperanza. Le pide en la última carta mencionada al P. Pagliere que rece para que su corazón: “no se entristezca por cualquier nubecilla pasajera”.[11] Y esa es la actitud de Zatti, no bajar los brazos, seguir buscando cómo cumplir su promesa y hacer que el proyecto de Dios, en el que se sentía responsable al morir el P. Garrone, no se viniera abajo.[12]
La incipiente organización de los servicios de salud e higiene en Buenos Aires y Territorios Nacionales abre a Artémides una posibilidad muy interesante (Otero González, 2013). En 1905 se sancionó la Ley Nacional 4.687[13] con el objeto de controlar más cuidadosamente el ejercicio de la labor farmacéutica. Poco después –y en línea con ello– la Dirección General de Salubridad y Obras Sanitarias de la Provincia de Buenos Aires ofrece a aquellos que, sobre todo en las zonas alejadas a las que no llegaban aún los muy recientes diplomados universitarios en Farmacia y se encontraban al frente de “boticas” o “botiquines” en las que se realizaban preparados químico-naturales para el tratamiento de enfermedades de diversa índole, la posibilidad de rendir exámenes para ser reconocidos formalmente como “idóneos en farmacia”.
Artémides está preocupado no solo por la organización y el sostenimiento económico del floreciente Hospital San José, sino por la botica que, por ese entonces, ostenta el nombre de “Farmacia y Droguería San Francisco de Sales”. Al frente, luego de la muerte de Garrone, había quedado otro coadjutor salesiano, Jacinto Massini[14] que la condujo por un par de años, pero luego, al salir de la Congregación Salesiana en 1913, se volvió el enemigo número 1 de la botica ya que, quedándose en Viedma, abrió su farmacia exactamente en frente a la de los salesianos a fin de quedarse con el botín cuando vinieran los controles y multas que él mismo había sufrido antes por no siempre tener todos los papeles en regla.
Es en estas circunstancias en las que el intrépido samaritano de la Patagonia decide presentarse ante la mencionada Dirección General, con sede en La Plata,[15] para rendir los oportunos exámenes que lo facultarán a acceder al título de “idóneo en farmacia”. El primer biógrafo tuvo la suerte de acceder al diploma que hoy, lamentablemente parece haberse perdido. Solo nos queda en archivo el diligente trabajo de Entraigas, por el que clasificó los materiales y, en este caso, dada la escasez de medios de copiado de ese momento, solo transcribió los datos del documento:
Dirección de Salubridad y Obras Sanitarias de la Provincia de Buenos Aires
Aprobado en los exámenes rendidos ante esta Dirección, el 28 de mayo de 1917, Artémides Zatti, de nacionalidad italiano, de 36 años de edad, queda reconocido como IDÓNEO EN FARMACIA.
La Plata, 30 de mayo de 1917. [16]
Por lo expuesto anteriormente, los exámenes no se realizaron en la Universidad de La Plata, como lo supuso erróneamente por mucho tiempo la tradición oral salesiana. De hecho, en esos años existía la carrera de Farmacia y Zatti aspiraba a cursarla, como dijimos antes, pero sus estudios secundarios truncados por el suceso con el Austerlitz lo hicieron imposible. Es muy probable que los mencionados exámenes, más versados en la experticia práctica de la tarea del boticario, se realizaran ante un tribunal ad hoc, inclusive con la presencia de algún académico universitario. Pero es casi seguro que no se trata de un reconocimiento universitario. En tal caso el acápite del diploma sería diverso. Esto no resta importancia a la proeza de Zatti: da cuenta de que, en medio de tanto trabajo del Hospital y la Farmacia, no descuida el empeño en formalizar la idoneidad y de que esto fue reconocido por una institución cívico gubernamental de importancia en el momento.
El mencionado reconocimiento de idoneidad posibilitó sortear durante varios años la aguerrida contienda de Massini por quedarse con el bastión farmacéutico viedmense. A tal punto es así que hemos encontrado un documento de 1920 en el que se extiende “por un año más” a Artémides Zatti el permiso para atender un “botiquín”.[17]
Un último paso vendrá en la década de 1940, luego de la dura prueba del “trasplante” del Hospital San José a la Quinta San Isidro por causa de la construcción del palacio episcopal en el predio en que se emplazaba el antiguo nosocomio. Un Zatti ya ampliamente sexagenario aprovechará otra oportunidad para no dejar de cuidar la atención cualificada de sus hermanos enfermos. En el último tramo del gobierno militar en el que surgirá la figura de Perón con una nueva propuesta política, se emanan una serie de decretos que recogen los esfuerzos por profesionalizar el área de la Salud Pública y dar impulso a la enfermería como carrera superior y universitaria. Más tarde, ya en el primer gobierno de Perón, estando al frente de la Secretaría de Salud Pública el Dr. Ramón Carrillo, muchos de estos marcos normativos tomarán rango legal en la Ley 12.912/47.[18] En ella se ratifica el art. 30 del decreto 6.216/44,[19] que faculta al organismo nacional de Salud Pública a reconocer trámites de presentación de certificados y antecedentes a quienes hayan ejercido las ramas auxiliares de la medicina sin título habilitante y, por medio del mismo si la documentación fuera aceptable, registrar y matricular para el ejercicio de esa profesión a los peticionantes. Zatti, que siempre está atento a las oportunidades de su tiempo, no considera su edad (casi 68 años) ni lo que ello puede acarrear de burocrático. Junta su documentación y la presenta. Algunas biografías nos han mostrado la imagen de su carnet de enfermero,[20] pero quizá no se dio tanta atención a otro documento que explica lo que tuvo que hacer Artémides para llegar a obtenerlo. Un certificado de la Secretaría de Salud Pública de la Nación da cuenta de que, por expediente 20771/48 de esa repartición, se resuelve aceptar la documentación de Artémides Zatti como adecuada para procederse al registro y autorización del solicitante para el ejercicio de la enfermería, el día 11 de junio de 1948.[21] Artémides, “enfermero y buen samaritano” desde hace ya mucho tiempo por la dedicación abnegada y el reconocimiento de la gente, es con ese acto “registrado” por Salud Pública como enfermero con matrícula profesional n.o 07253. El servidor invisible de tantos días y tantas noches, sin hacer ruido, con la discreta humildad acostumbrada, es reconocido como enfermero.
No podemos concluir estas líneas sin pensar en aquellos jóvenes para los que Artémides Zatti puede ser un testimonio cuando las oportunidades para el estudio o una profesión se hacen difíciles. Las barreras son muchas veces tan reales que parecen cerrar todo recorrido posible. Zatti nos deja una tenaz muestra de resistencia a claudicar a ese derecho. Su ingenio y constancia lo ubican del lado de los que no bajan los brazos en esa lucha.
Referencias bibliográficas
1. Casadei, M. C., Magagna E. A. y Urban L. A. (2014). Caminando las calles del Balneario. Carmen de Patagones, Argentina: Ediciones artesanales La Lámpara.
2. Entraigas, R. (2017) El pariente de todos los pobres. Bahía Blanca, Argentina: Escuela Taller Imprenta La Piedad.
[1] En el Archivo Histórico de la Casa Salesiana de Bernal, se pudo encontrar este registro de exámenes del año 1901 dados por el joven Artémides (asentado como Artémide) con muy buenas calificaciones. Según indica el Libro (1899-1902, en Caja 07), ese año son tres los “Hijos de María”: Bagnasco, Bulgari y Zatti. El registro deja constancia de tres instancias evaluativas: de mayo, de fin del primer semestre y de fin del ciclo 1901. Es el único año en que se registra actividad académica de Zatti.
[2] Carta de Artémides Zatti a su familia, Viedma, 08 de abril de 1902, en AR-AHS ARS / BB, 4 Zatti 3.1. Correspondencia.
[3] El primer dato del mencionado Instituto aparece por la correspondencia que Zatti envía al Sr. Abelardo Dufour, director del instituto [ver nota 8]. Para investigar alguna otra información al respecto, hemos recurrido a la consulta del periódico mensual El Monitor de la Educación Común, que desde 1889 publicaba materiales referidos al tema educativo, en la “Sección Oficial”, la que contenía normativas escolares varias. En dicha publicación no se encontró nada respecto de “exámenes por términos” como veremos ofrecía el Instituto Austerlitz. Es posible acceder a El Monitor en una versión digital en http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/monitor.pdf.
[4] CORREO DE GALICIA, Año I, N° 36, 22 de noviembre de 1908, p. 11. Recuperado de http://consellodacultura.gal/mediateca/extras/CCG_em_pub1691_CorreoDeGalicia_n0036_1908.pdf.
[5] Carta de Artémides Zatti a Abelardo Dufour, director del Instituto Austerlitz, Viedma, 18 de abril de 1911, en AR-AHS ARS / CABA, 4 Zatti 3.1. Correspondencia (1911-1950).
[6] Carta de Artémides Zatti a Abelardo Dufour, director del Instituto Austerlitz, Viedma, 18 de abril de 1911, en AR-AHS ARS / CABA, 4 Zatti 3.1. Correspondencia (1911-1950).
[7] Carta de Artémides Zatti al Rvdo. Pbro. Esteban Pagliere, Viedma, 04 de junio de 1911, en AR-AHS ARS / CABA, 4 Zatti 3.1. Correspondencia (1911-1950).
[8] Carta de Artémides Zatti al Rvdo. Pbro. Esteban Pagliere, Viedma, 23 de junio de 1911, en AR-AHS ARS / CABA, 4 Zatti 3.1. Correspondencia (1911-1950).
[9] Carta de Artémides Zatti al Rvdo. Pbro. Esteban Pagliere, Viedma, 23 de junio de 1911, en AR-AHS ARS / CABA, 4. Zatti 3.1. Correspondencia (1911-1950).
[10] Este apelativo tan conocido es el título de la primera biografía de Zatti escrita por Entraigas. En ella el autor nos cuenta que así lo “bautizó” un paisano reconociendo su cercanía y disponibilidad a los últimos en Viedma y alrededores.
[11] Carta de Artémides Zatti al Rvdo. Pbro.
Esteban Pagliere, Viedma, 23 de junio de 1911, en AR-AHS ARS / CABA, 4 Zatti
3.1. Correspondencia (1911-1950).
[12] Carta de Artémides Zatti a su familia, Viedma, 26 de enero de 1911, en AR-AHS ARS / BB, 4 Zatti 3.1. Correspondencia.
[13] Sistema argentino de información jurídica, Ley Nº 4.687. Recuperado en http://www.saij.gob.ar/legislacion/ley-nacional-4687.htm.
[14] Algunos datos biográficos de Jacinto Massini nos la ofrece el mismo Entraigas en la primera biografía de Zatti ya citada. Oriundo de Rimini (Italia) vino muy joven a la Argentina; hizo el noviciado de la Sociedad de San Francisco de Sales en 1893, profesando como salesiano coadjutor. Ligado a la tarea hospitalaria de los salesianos desde sus inicios, sabemos que también realizó en 1908 los exámenes para obtener el título de “idóneo en farmacia”, siendo el primer encargado de la “botica”. Al morir el P. Garrone en 1911, estuvo al frente de la administración del Hospital San José junto al Dr. Spurr. Por motivos no conocidos (quizá el “desgaste” del incipiente control gubernamental en hospital y farmacia o la “oportunidad” de abrirse horizontes propios) deja la Congregación Salesiana en 1913 y se queda en Viedma, teniendo en los inicios una relación tensa con la obra salesiana. Esto se resolverá con el tiempo y, de hecho, en 1934 cuando Zatti viajara para la canonización de Don Bosco, el inspector salesiano le pedirá “suplirlo” por unos meses ya que conocía la labor que se realizaba en el Hospital. El nombre de Jacinto Massini está ligado también al nacimiento del Balneario El Cóndor (en otro tiempo conocido como La Boca e inclusive “Massini”) en el que fue uno de los primeros pobladores que potenciaban la actividad balnearia del lugar. De hecho, sabemos que varias veces Zatti fue de paseo al lugar con el personal del Hospital y hasta con algunos enfermos que podían hacerlo. Para más información respecto de Massini y el Balneario se puede consultar: Casadei, M. C., Magagna E. A. y Urban L. A. (2014).
[15] No se han podido, hasta el momento, conseguir datos específicos de dónde funcionaba tal repartición gubernamental en esos años.
[16] La transcripción de Entraigas se puede corroborar en AR-AHS ARS / CABA, 4 Zatti 1 Documentos personales.
[17] AR-AHS ARS / CABA, 4 Zatti 1 Documentos personales.
[18] Cf. INFOLEG, Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/40000-44999/44839/norma.htm.
[19] Boletín Oficial de la República Argentina, Decreto del Poder Ejecutivo 6216/44, publicado el 17 de marzo de 1944. Recuperado de https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/7019054/19440317?busqueda=1.
[20] Por ejemplo, la ya citada de Entraigas, (2017, p. 133).
[21] AR-AHS ARS / BB, 4 Zatti 1.2.