Chronica, Vol. 2, Núm. 2, enero-diciembre 2023, ISSN 2953-3376, pp. 1-4

 

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Editorial

 

 

El 9 de octubre del año 2022 el Papa Francisco canonizaba en la Plaza San Pedro de la ciudad del Vaticano al salesiano Artémides Zatti, junto al obispo Juan Bautista Scalabrini, fundador de la congregación de los Misioneros de San Carlos, más conocidos como Scalabrinianos, y a las Misioneras de San Carlos, o Scalabrinianas.

La canonización de Artémides Zatti nos ha impulsado a presentar en el segundo número de nuestra revista las facetas de nuestro hermano santo que encontramos en los archivos históricos, dando continuidad a toda la investigación que se viene desarrollando desde hace años, especialmente en el Archivo Histórico Salesiano de Bahía Blanca. Este motivo es una invitación especial para el trabajo específico de todos los historiadores, investigadores y profesionales en la materia.

El Salesiano Hermano Artémides Zatti nació en Boretto, Italia y emigró con 16 años junto a su familia, a finales del siglo XIX, a la República Argentina, estableciéndose en la ciudad de Bahía Blanca. Allí, en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, conoció a los Salesianos de Don Bosco. En ese tiempo nació su vocación salesiana que comenzó en Bernal, provincia de Buenos Aires, y continuó en Viedma, actual ciudad capital de la provincia de Río Negro. Como salesiano ejerció su misión en la comunidad salesiana del Colegio San Francisco de Sales, en Viedma, como encargado de la administración del Hospital San José, que había sido fundado en 1889 por los salesianos Juan Cagliero y Bernardo Vacchina.

Además de recorrer la ciudad en la atención de los enfermos y necesitados, llegaba también a la vecina Carmen de Patagones. Dedicaba tiempo a la vida comunitaria y el apostolado entre los jóvenes, tanto del Colegio como de los grupos juveniles de Acción Católica, Jóvenes Obreros Católicos y Exploradores de Don Bosco.

El motor de la fe impulsaba a Artémides a una actividad incansable, pero razonable. Su consagración religiosa lo introdujo directa y completamente en el cuidado de los pobres, enfermos y necesitados de la salud y del consuelo misericordioso de Dios. Nuestro hermano trabajó en el mundo de la sanidad, a la par de los médicos, enfermeras y enfermeros, personal de la salud, Hijas de María Auxiliadora y tantas personas que colaboraron con él en el sostenimiento del Hospital San José, en la Viedma de la primera mitad del siglo XX.

Descubrimos así la faceta profesional de Artémides, que comenzó con una promesa, se arraigó en la confianza de la Providencia y se desarrolló una vez que obtuvo la curación de su enfermedad. El recordado “creí, prometí, sané” nos muestra, en esta ocasión, la total dedicación que Artémides tuvo con sus hermanos enfermos, los más pobres y necesitados.

Lo hizo diariamente hasta el momento de su muerte, en una institución organizada llamada Hospital San José de Viedma, fundada por los primeros salesianos que arribaron a la Patagonia y lo reafirmó en cada visita domiciliaria, urgente o no, que prodigó a los enfermos que lo necesitaban.

En su bicicleta, en su despacho de Administrador, en la sala de operaciones, en el patio durante el recreo con sus parientes pobres, en las salas del hospital que recorría cada día, siempre fue enfermero, enfermero santo y dedicado a curar y aliviar con la mejor medicina: la presencia alegre y optimista de la empatía.

La tuberculosis que Artémides había contraído, por contagio, no fue un obstáculo para perseverar en su opción vocacional. Y al momento de decidir la modalidad de su vocación salesiana, encontró en la figura del salesiano Coadjutor el estilo del compromiso para trabajar directamente con los pobres. Su consagración religiosa vivida en la profesión de enfermero fue la conjunción de su vida entregada a Dios y a sus hermanos. Naturalmente esto se manifestó en una personalidad peculiar, única e irrepetible. Artémides fue una persona buena que trabajó directamente con los pobres haciendo el bien.

Podemos afirmar con certeza, que su contacto directo con los pobres siempre tuvo como finalidad el alivio de la salud, o sea, apaciguar el dolor, sobrellevar el sufrimiento, acompañar los últimos momentos de la vida, ofrecer una sonrisa ante lo irreversible, dar una mano con esperanza. Por eso Artémides se transformó en "presencia-medicina": él curaba comprometido directamente con su agradable presencia. Su biógrafo Raúl Entraigas, tuvo un hallazgo original: descubrió en la frase de un paisano la síntesis de la vida de Artémides: “el pariente de todos los pobres”.  Por eso Artémides es un enfermero pariente de todos los pobres. Artémides ve en los pobres y enfermos al mismo Jesús. Su amor hacia los más pobres: los huérfanos, los enfermos, los pueblos originarios. Con su bicicleta, su medio de transporte preferido para estos menesteres, recorría las calles de Viedma.

Además, viendo las necesidades del pueblo, se perfeccionó en el estudio, se hizo responsable del hospital, progresivamente. Los médicos que trabajaban con él atestiguan que nuestro hermano poseía una gran ciencia médica, fruto no sólo de su experiencia, sino del estudio. Existe a tal efecto un documento “Credencial Profesional”, emitido por la Secretaría de la Salud Pública de la Nación como matrícula profesional de Enfermero N° 07253. Fueron los estudios que realizó en la Universidad Nacional de La Plata. A ello tenemos que agregar su capacitación en Idóneo en Farmacia.

Su estilo de vida lo llevó a un compromiso por el cual se encontró directamente con los pobres, con los enfermos, con los más necesitados. Por eso la profesión de enfermero tenía un plus: su presencia era un testimonio de la bondad de Dios. Pensemos que esta forma simple de ver la realidad nos puede ayudar a entender mejor la vida de nuestro hermano, subrayando la locución "directamente". En esta perspectiva encontramos lo más genuino que evidencia aquello que nosotros llamamos "Vida Religiosa", "Consagración".

Por eso Artémides es un salesiano santo. Es un enfermero santo. Es la herencia que nos ha dejado. A todos. Y ese es el desafío que aparece a nuestra puerta y nos convida a realizar.

En los Archivos Históricos Salesianos se encuentra un importante volumen de documentos, fotografías, testimonios y objetos personales de nuestro hermano santo, parte de los cuales han constituido las fuentes para los textos presentados en este número.

El N° 2 de la Revista Chronica del año 2023 contiene un dossier con dos artículos sobre la figura de Artémides Zatti, uno de ellos escrito por María Emilia Sabatella y María Andrea Nicoletti que trata sobre “El Hospital Salesiano ´San José´ de Viedma en los inicios del sistema sanitario rionegrino (fines de siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX)” y el segundo artículo escrito por María Andrea Nicoletti y Pamela Alarcón, titulado “Itinerarios de santidad: trayectorias espaciales a través de la vida de Artémides Zatti”.

Además, cuenta con dos ensayos: Hugo Vera, “´A fin de poderme preparar debidamente´. Algunas notas sobre la osadía y tenacidad de Artémides Zatti para poder estudiar” y Roberto Barberis, “Don Carlo Evasio Cavalli SDB e Sant’Artemide Zatti”, este último en la versión original italiana.

En relación al tema puntual de la Archivística se presentan tres aportes significativos para el uso de los fondos históricos de Artémides Zatti, localizados en los Archivos Históricos Salesianos de Bahía Blanca, CABA y Córdoba. Son los siguientes trabajos: Pamela Alarcón,Registro de autoridad y descripción del fondo de Artémides Zatti en el AHS ARS Bahía Blanca”; Guadalupe Morad, “Descripción de una subsección. Artémides Zatti en la sede CABA del Archivo Histórico Salesiano Argentina Sur” y Romina Rosa Alejandra Mio, “Descripción de la colección sobre Artémides Zatti”.

Para finalizar, nos complace compartir con nuestra comunidad de lectores que la revista ha comenzado a ser reconocida en el ámbito académico a través de su inclusión en LatinREV y Latindex Directorio. Continuaremos trabajando para encuadrarla dentro de los parámetros de calidad requeridos por los sistemas de indexación de publicaciones científicas.

 

                                                                                    José Enrique Sobrero Bosch