Chronica, Vol. 3, Núm. 3, enero-diciembre 2024, ISSN 2953-3376, pp. 44-60
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Crónica de la salida de las Hijas de María Auxiliadora de las Islas Malvinas
Chronicle of the departure of the FMA from the Malvinas Islands
Ana María Fernández
Instituto Hijas de María Auxiliadora
anamferma@gmail.com
Hija de María Auxiliadora desde 1970, profesora de Castellano y Literatura. En 2005 se doctoró en Teología espiritual en la Facultad Pontificia “Teresianum” de Roma. Desarrolló especialmente estudios sobre Santa María Dominga Mazzarello, cofundadora con San Juan Bosco del Instituto al que pertenece. Fue docente de Teología Espiritual en el Curso de Espiritualidad de las FMA, dependiente de la Facultad “Auxilium” de Roma. Desde 2003 trabaja en el Proyecto de Espiritualidad Misionera creado en el Cono Sur de América Latina con el objeto de revitalizar el espíritu misionero del Instituto a partir del contacto con las fuentes y los lugares de los orígenes. Ha publicado las Crónicas FMA de la Misión de la Candelaria (1895-1916), del Colegio María Auxiliadora de Río Gallegos (1901-1916) y de la Casa de Malvinas en edición integral (1907-1942). Pertenece desde su origen a la sección argentina de la Asociación de Cultores de Historia Salesiana (ACSSA-A).
Resumen El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora estuvo presente en las Islas Malvinas durante 35 años (1907-1942). El Archivo Histórico Salesiano de Argentina Sur – sede CABA, alberga diversas fuentes que documentan esta presencia, entre ellas la “Crónica de la Salida de las FMA de las Malvinas” durante la segunda guerra mundial. Dicho documento incluye el testimonio de dos de las religiosas integrantes de aquella comunidad, en el que explican los motivos de su regreso a la sede de Punta Arenas hasta que finalizara la guerra, pero el retorno a las Islas nunca se concretó. A pesar del decenio transcurrido desde los hechos, el testimonio es confiable y confirma cuanto se relata en la “Crónica” de la Casa, escrita en el tiempo de la partida.
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Palabras clave
Instituto FMA Documento Salida Malvinas Segunda Guerra Mundial |
Abstract Maria Auxiliadora Institute was present in the Malvinas Islands for 35 years (1907 – 1942). The Salesian Historical Archive of South Argentina – CABA headquarters, houses various sources that document this presence, among them the “Chronicle of the Departure of the FMA from the Malvinas Islands” during the Second World War. This document includes the testimony of two of the religious members of that community, in which they explain the reasons for their return to the Punta Arenas headquarters until the war ended, but the return to the islands never took place. Despite the decade that passed since the events, the testimony is reliable and confirms what is described in the Chronicle of the House, written at the time of the departure.
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Keywords
FMA Institute Document Departure Malvinas Islands Second World War |
Recibido: 18/1/2024 - Aceptado: 25/4/2024
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Crónica de la salida de las Hijas de María Auxiliadora
de las Islas Malvinas
1. Introducción
El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora (en adelante FMA)[1] comenzó su acción misionera en la Prefectura Apostólica de la Patagonia Meridional, Tierra del Fuego y las Islas Malvinas[2] a fines de 1888. Desde el centro de operaciones de Punta Arenas, sobre el Estrecho de Magallanes, extendieron su obra evangelizadora y educativa en un radio siempre más amplio tanto en el territorio chileno como en el argentino. Primero fue el turno de la Tierra del Fuego: la Isla Dawson en 1890, “La Candelaria”, en la costa argentina, en 1895 y, más adelante, en 1908, Porvenir. Ya en el continente, fundaron Colegios en Río Gallegos en 1901 y en Puerto Santa Cruz en 1904. En 1907 desembarcaron en el lejano Puerto Stanley, en las Islas Malvinas, donde permanecieron treinta y cinco años, hasta que en 1942 regresaron a Punta Arenas.
El objetivo de este artículo es presentar el documento titulado “Crónica de la salida de las FMA de Malvinas”, conservado en el Archivo Histórico Salesiano de Buenos Aires (en adelante AR-AHS ARS/CABA), y ofrecer su transcripción, de modo que se puedan recabar de él informaciones útiles sobre los motivos de la salida de las religiosas de estas islas, cuestión que ha suscitado opiniones contrastantes. Con este fin, se comienza narrando brevemente los hechos con una sucinta contextualización histórica, luego se presenta el documento en sus varias partes para focalizar después los testimonios de las protagonistas. Se concluye con algunas observaciones acerca de la atendibilidad del documento presentado, a partir de la confrontación con otros textos.
La fuente principal para el estudio de la presencia del Instituto FMA en las islas es la “Crónica” escrita por las hermanas durante el período de su permanencia. Esta se encuentra en el Archivo Inspectorial FMA de Santiago de Chile y ha sido recientemente publicada en Buenos Aires en edición bilingüe integral, con estudio preliminar, notas y anexos (Fernández, 2023, pp. 91-227). Los apartados que acompañan la “Crónica” en dicha obra ofrecen abundante información acerca de la misma (pp. 7-81 y 229-275).
2. Los hechos y su contexto
Los Salesianos se encontraban en las islas desde abril de 1888, dando al fin una respuesta concreta a los clamores de la pequeña grey católica, asistida hasta entonces con loables esfuerzos, pero también con harta irregularidad por otros sacerdotes. La incorporación de las islas en la Prefectura Apostólica confiada a los hijos de Don Bosco, aseguró su presencia estable en aquella remota región. El padre James Diamond,[3] irlandés apenas ordenado, fue el primero en hacerse cargo de la parroquia “Santa María, Estrella del Mar” o simplemente, en inglés, “Saint Mary” y, al año siguiente, de la escuela frecuentada por niños y niñas, católicos y protestantes. En algunos períodos pudieron contar con una pequeña comunidad y atender también a los católicos dispersos en el campo y en las demás islas. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, algunas dificultades hicieron sentir la necesidad de la presencia femenina, tanto para la educación de las niñas y adolescentes como para dar una mano en la parroquia. Monseñor Fagnano, por su parte, desde Punta Arenas observaba los pasos dados en la acción pastoral de sus hermanos, pero lamentaba la escasez de vida sacramental: “Es inútil, el sacerdote solo puede hacer muy poco. No tendremos frecuencia de Santos Sacramentos mientras no estén las hermanas allá” (Bruno, 1983, p. 486).
Las FMA llegaron a Stanley el 31 de enero de 1907 y permanecieron ininterrumpidamente hasta el 3 de junio de 1942. Se hicieron cargo de la escuela parroquial, la “Saint Mary’s School” y la catequesis, del decoro del templo, la preparación de las funciones litúrgicas y, en ausencia del sacerdote, también de la animación de la oración en la comunidad parroquial. Colaboraron de cerca con el párroco, primero el padre Mario Luis Migone[4] hasta su muerte, acaecida en noviembre de 1937 y luego su sucesor, el padre Hugo Drumm.[5]
La indiferencia con la que fueron recibidas por la población se fue transformando con el tiempo en respeto y simpatía. Las hermanas supieron traspasar la apariencia fría de la gente con el amor y la dedicación a sus niños; el muy apreciado canto litúrgico, valorado también por los protestantes; con las ceremonias bien preparadas, que despertaban una piedad más sentida; las visitas a las casas y la participación en la vida de quien las necesitara. Luego, llegaría la preparación para recibir los sacramentos a adultos que lo solicitaran y el servicio como enfermeras en la primera guerra mundial. Este último hecho despertó la admiración de todos, hasta de los mismos Lores Comisarios del Almirantazgo, quienes hicieron llegar una nota desde Inglaterra manifestando “su vivo aprecio por los servicios prestados”.[6]
Cuenta sor Rosa Veneroni que el prefecto apostólico José Fagnano les había dicho al partir:
No pretendan hacer nada grande, pues no se trata nada más que de hacer respetar y amar nuestra Santa Religión en aquella población adicta al anglicanismo, y hacer el mayor bien posible con el buen ejemplo; y no solo con el ejemplo, sino con los hechos, a cuantas personas se acerquen a ustedes, a fin de tratarlas como san Pablo, que se hacía todo para todos, a fin de ganarlos a todos para Cristo.[7]
La comunidad estaba integrada generalmente por unas cinco religiosas, de las cuales varias permanecieron largos años en las islas dada la dificultad del recambio de personal.
Las hermanas dejaron Stanley durante la segunda guerra mundial con ánimo de regresar una vez concluido el conflicto bélico. Por diversas circunstancias tal regreso nunca se realizó. Se esgrimieron diversas hipótesis a partir, quizá, de interpretaciones erróneas o parciales de los hechos.
Hipólito Solari Yrigoyen (1998), por ejemplo, afirma: “La expulsión de los salesianos y de las hermanas Hijas de María Auxiliadora se concretó a fines de la Segunda Guerra Mundial invocándose que los religiosos eran ‘extranjeros’” (p. 113). El mismo autor cita en nota a Juan Carlos Moreno (1950) quien en Nuestras Malvinas dice “que la partida forzada de las Islas ocurrió a fines de 1943. (...) las Hermanas de María Auxiliadora con ese motivo padecieron privaciones y toda suerte de sufrimientos” (p. 86).[8]
Las mismas protagonistas se encargaron de explicar las causas de su partida.
3. El documento
El AR-AHS ARS/CABA conserva un documento que arroja luz acerca de los motivos que llevaron a las FMA a dejar las Islas, bajo el rótulo “Crónica de la salida de las F.M.A. de las Malvinas” (5.100 Malvinas 1). Está compuesto por seis unidades de diversa naturaleza fechadas en 1953: dos principales, a saber, el testimonio de sor Beatriz Mahon ‒una carilla escrita a máquina en papel translúcido de 220 mm x 235 mm (p. 5 de 16)[9]‒ y el de sor Berta Weber ‒un cuaderno marca “Mi mapa”, de 170 mm x 220 mm, escrito a lápiz (pp. 6-16 de 16), acompañados por sendas cartas de presentación dirigidas al Padre Salesiano Raúl A. Entraigas,[10] quien había solicitado dichos testimonios‒. La primera carta está escrita a máquina con firma autógrafa de sor Angelita Marcolin, directora de la comunidad de Río Gallegos donde residía sor Beatriz Mahon (p. 2 de 16), y la segunda, por la misma sor Berta Weber (p. 4 de 16). Integran la serie dos recortes de papel: la página 1 de 16 registra el título de la documentación con la indicación a lápiz “cfr CAJA n° 6 - Liquidación de bienes”, y la página 3 de 16, donde constan, con otra caligrafía y sin fecha, los nombres de tres FMA, que estuvieron en Malvinas, con el lugar de su residencia en ese mismo año 1953. Se trata de las dos interpeladas para dar su testimonio, dado que “salieron de Malvinas al cerrarse la Casa” y de sor Margarita Sanlorenzo, de la comunidad de Uribelarrea quien “estuvo varios años”.
4. Las protagonistas y sus testimonios
4.1. Sor Beatriz Mahon
Nació en Rosario (Argentina), el 20 de febrero de 1895 y falleció en Buenos Aires el 21 de agosto de 1974 a los 79 años de edad y 54 de religiosa. Profesó en el Instituto el 24 de enero de 1920 y se recibió de maestra en la casa de Almagro en Buenos Aires. Comenzó la enseñanza en La Plata, pero pronto debió interrumpirla por una grave enfermedad. Superada esta, fue enviada a la casa de Puerto Stanley en las Islas Malvinas, entonces dependiente de Punta Arenas, y necesitada de personal que poseyera la lengua inglesa. Allí fue directora por breve tiempo, pero permaneció en Stanley desde 1928 hasta 1942, cuando la comunidad se retiró a causa de la guerra. Su misión se desarrolló desde entonces entre las casas de Río Gallegos y de Puerto Santa Cruz. Después de pasar casi toda su vida en el Sur, fue enviada a Buenos Aires, Almagro, donde siguió entregándose hasta que las fuerzas se lo permitieron (Secco, 2006, pp. 290-292).
Transcripción fiel del testimonio de sor Beatriz Mahon:
Figura 1. Testimonio de S. B. Mahon
Crónica de la Salida – p. 5 de 16
ISLAS MALVINAS Salida de las Hnas.
MOTIVO: La Guerra.
CAUSA: Se anunció al pueblo la llegada de soldados de Norte-América para reforzar las Islas, pidiendo alojarlos durante los primeros meses en Hoteles, casas etc.[11] El Gobierno decidió trasladar a todos los escolares a las estancias o casas de campo formando grupos según los grados, donde los maestros pudieran seguir su horario escolar. Esto sucedió a fines de Enero de 1942. Allí las clases comienzan el 1er lunes de febrero y como el traslado duraría de 6 meses a un año, el Gobernador ofrece a las Hnas. comodidad y alojamiento etc. en el campo, para seguir con su alumnado las clases. No siendo ésto posible para las Hnas.[12] prefirieron quedarse en el Colegio y ocuparse de otros trabajos durante esos meses. Entonces el Revdo. Padre Salesiano, propuso a la Revda. Hna. Dra, de que todas las Hnas. fuesen a Punta Arenas de vacación y mandó telegrama al Rev. Padre Inspector: “Van Hnas”. Este contesta pidiendo más informes, a lo que el Revdo. Padre responde: - “Imposible por la guerra”. La censura de guerra, no permitía divulgar ningún movimiento en las Islas y mucho menos la salida de los niños por la llegada de los soldados. Después de ésto se tuvo que esperar hasta el 3 de junio por falta de vapor.
El permiso para salir se obtuvo sin ninguna dificultad, teniendo en cuenta: tiempo de guerra y contando la Comunidad con una Hna. Alemana y otra Italiana y así se concedieron todos los permisos para el viaje.[13]
No se hizo inspección de equipajes en la Aduana, los sentimientos de autoridades Católicas y Protestantes fueron muy favorables, quedando todos en la espera del regreso.
En Punta Arenas la Revda. Madre Inspectora, decidió ocupar a las Hnas. en dicha Casa, hasta terminar la guerra.
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El testimonio no está firmado pero la carta adjunta de la directora de sor Beatriz, escrita en el mismo tipo de papel, asegura su autoría: “Le envío el escrito que Ud. solicitó de nuestra Revd[a.] Hna. S. Beatriz Mahon, referente a datos sobre las Malvinas. Esperamos sirva él, en algo para satisfacer ésta su necesidad”.
4.2. Sor Berta Weber
Nació en Ettlingenweier (Alemania), el 9 de julio de 1904 y falleció en Buenos Aires el 4 de junio de 1988 a los 83 años de edad y 58 de profesión religiosa. De su vida en Alemania sabemos que perdió a su mamá de muy niña, le gustaba mucho esquiar y guardó siempre nostalgia por su Selva Negra. Orientada por su hermano sacerdote, a los 20 años se decidió por la vida religiosa y entró al Instituto en febrero de 1927. Hizo el noviciado en Casanova, Italia, donde se formaban las jóvenes que deseaban ser misioneras. Profesó en agosto de 1929 y en diciembre ya se encontraba en Punta Arenas. Tenía 25 años y era muy menuda, tanto que parecía casi una niña. En 1931 fue destinada a las Islas Malvinas donde permaneció por 11 años, es decir, hasta que la comunidad se retiró. En Stanley enseñaba corte y confección, bordado y pintura. Podía enseñar también música. Luego fue enviada a San Julián y en 1948 a Río Grande, en Tierra del Fuego. La comunidad, acababa de dejar la Misión de La Candelaria para trasladarse a la ciudad. Esta será para sor Berta, como su segunda patria. De 1955 a 1976 fue ecónoma, daba música y dactilografía, actividades que no dejó aun cuando su salud comenzó a resentirse. Cuando la salud empeoró fue trasladada a Buenos Aires donde falleció. Ese día en Río Grande nadie trabajó (Anzeliero-Maioli, 2013, pp.683-685).
Transcripción fiel del testimonio de sor Berta Weber
Tanto el testimonio como la carta que lo precede están escritos a lápiz, con caligrafía clara. Dado que la hermana Weber era de nacionalidad alemana, hay errores de ortografía y de puntuación. La transcripción los respeta. En los casos más llamativos se intercala [sic]. La numeración de las páginas tiene en cuenta el cuaderno abierto, por lo que cada página escaneada supone dos del cuaderno, exceptuadas las tapas.
Figura 2. Testimonio manuscrito de S. Berta Weber
Crónica de la Salida – p. 8 de 16
p. 6 de 16: Tapa del cuaderno marca “El mapa”. Escrito en el margen superior con bolígrafo: “Malvinas”.
p. 7 de 16: En blanco
p. 8 de 16
9.1.1953 En 1941 a causa de la guerra se temía también viniera el enemigo hasta allá, las Autoridades dieron orden que todos los niños fueron llevados al campo y a las otras Islas, lejos de la Capital Port Stanley en donde había más peligro.
Esta orden fué llevado a cabo a fines de Diciembre 1951 [corregido encima: 41] y principio de Enero 1952 [corregido encima: 42]. Todos los niños y niñas fueron llevados o con sus parientes o en grupos con un maestro que vino a este propósito de Inglaterra. Fué resultado de esta evaguación [sic] que la ciudad quedó sin niños y es lógico que con los niños salieron también muchas personas mayores. Es de saber que Port Stanley cuenta unos 1.000 habitantes y en las Islas alrededor otros mil. Aprovechando de esta situación el Rdo. Padre Drumm[14] aconsejó a las Hnas. de ir a Punta Arenas y luego volver. Adelantamos unos 15 días los Ejercicios espirituales para estar libres para la salida, pues debía ser pronto: el 6 de Enero.
11.1.1953 Primera causa de la salida de las Hermanas era la falta de niñas; aunque cuando se considera que era vacación, no parece que así fuera, pues en las Malvinas dávamos [sic] vacaciones desde el 24 de Diciembre hasta el 1 de Marzo, nosotras y también el Colegio Nacional.
(Lo que sigue es de carácter íntimo) (p. 9 de 16)
Otra causa fué que la buena Hna. Directora Sor María Ussher[15] estaba desde tiempo delicada de salud: ya tenía su edad y no se acordaba de las cosas era necesario que otra la sustituiera [sic].[16] Las Superioras ya habían pensado y mandaron a ese propósito a la Hermana María Pazzarelli[17] de los Estados Unidos. Ya estaba en Punta Arenas esperando una ocasión para viajar para las Malvinas. Antes de la guerra había poca ocasión: una vez al año para ir y volver y durante la guerra había menos ocasión todavía.
13.1 La Reverenda madre Inspectora sor Luisa Piretta,[18] en su última visita a la casa de las Malvinas nos dijo que, si hubiera peligro pudiéramos salir o para Magallanes o para Montevideo y una vez el barco chileno "El Pilar" a la entrada no paró, según le fué indicado y lo amenazaron con un cañonazo que nos asustó tanto que la buena Sor María Rodas,[19] que en paz descanse, no quiso más estar. También durante el año pasado tuvimos pocas niñas unas 50 y supimos que unas cuantas se iban a ir al Colegio Nacional para aprovechar las mejoras que en estos casos siempre se prometen pero no siempre se encuentran.
Todas estas son razones, pero (p. 10 de 16) lo que nos hizo mover después de la disposición de Dios era el consejo del Rdo. Padre Hugo Drumm.
25.1 Se poco de las Autoridades. Nos dieron permiso de salir y autorización para rientrar [sic]. Siempre las Autoridades nos trataron muy bien y no me han molestado a mí siquiera con una pregunta, que yo era de la nación enemiga.[20]
El pueblo sintió mucho nuestra salida y muchas personas vinieron a expresar su pesar, lo que era siempre mezclado con la esperanza de que pronto volveríamos.
Dije que nuestra salida debía ser el 6 de Enero 1942, pero el viaje del vapor "El Falkland" fué tardando de semana en semana y de mes en mes. Nunca se dio una noticia fija sobre este viaje para que el enemigo no pudiera informarse, hasta que se efectuó el día 3 de Junio 1942. En este día la Rda. Sor María Ussher cumplía los 33 años de permanencia y directorado en las Malvinas.
Ella contaba un episodio de cuando era niña y estaba en la casa paterna; que el Rdo. P. Diamond[21] que visitaba su casa le dijo que ella debía hacerse hermana e ir a las Malvinas lo que sucedió y allá gastó sus mejores energías. (p. 11 de 16)
1. Feb. El día 3 de junio salimos de casa por la tarde y nos invitó la buena familia [de] Arturo Biggs[22] en su casa para la cena.[23] Entregamos la llave al Rdo. P. Drumm. Nos embarcamos a las 10 horas y nos acompañaron las [sic] familia Biggs y otras Señoras. Hacía frío y estaba muy oscuro. Nos llevamos cada [una] nuestra [sic] valijas con la ropa personal, todo lo demás quedó allá, pensando que íbamos a volver pronto. El vapor zarpó después de media noche. El día siguiente llegamos a la Isla que se llama Darwin (creo).[24] Casi no hablávamos [sic], porque la tristeza nos cerraba los labios. Era día de Corpus[25] y pensábamos en esos católicos, pocos pero buenos, que debían extrañar a las hermanas, que desde 35 años se ocupaban de la limpieza de la iglesia, tocaban la campana encendían las velas, guiaban las oraciones y ocupaban siempre su lugar y ahora ya no estaban.
En esa Isla habían [sic] muchas personas conocidas que vinieron a saludarnos y también todos los niños y niñas con su maestra.
8.2 Apenas el barco se puso de nuevo en movimiento la buena Hna. Directora y Sor Rosa Veneroni[26] se marearon y la última se quedó apoyada sobre la primera y cuando después de mucho tiempo sor Ussher se (p. 12 de 16) quería mover y sor Rosa le dijo: "no me saque la almohada…”
La segunda isla donde paró el barco era la isla de los Leones Marinos, que tiene en el mapa una forma larga y angosta. En dicha isla había una sola casa y el barco llevaba material para hacer otra. Llegamos en la tarde y alcanzaron a desembarcar una parte del material junto con un caballo atado a un bote lo hicieron nadar hasta la playa. El mar se puso bravío y estuvimos ahí parados unas 36 horas. Después llegamos al puerto Fox Bayete[27]en donde había una playa muy linda, limpia y verde habían [sic] varias casas y bajamos a saludar unas personas que sor Ussher conocía y allí nos entregaron un telegrama de Port Stanley de la Familia Biggs con saludos y preguntando cómo estamos.
Llegamos también a la isla San Jorge, mas no me recuerdo más nada.
15.2 Cuando nos alejamos de las islas vino una tempestad tan grande, que pensamos llegar al fondo del mar. El barco bailaba en todas las direcciones. [Añadido en el margen: Todas tuvimos que pagar tributo al mar]. Al lado de nuestra cabina viajaban personas que llevaban vino y licores y una noche con tanto sacudir, esplotó [sic] una botella con tanto ruido, que nos asustamos todas. La tempestad duró como 20 hs. Al cabo de 6 días [añadido abajo] el 9 de junio, llegamos al fin (p. 13 de 16) a Punta Arenas. Nadie sabía de nuestro viaje, tampoco los del Puerto y reprocharon al Capitán por no haber avisado, pero él seguía sus normas recibidas y no contestó palabra.[28]
22.2 Una vez bajada en tierra, la Hna. María Rodas que conocía hizo las diligencias para que nos llevaran al Colegio.[29]
Madre Teresa Adriano[30] sufrió muchísimo por no saber nada de nosotras, y desde el 6 de Enero nos esperaba todos los días. El Rdo. P. Drumm mandó un telegrama al Rdo. P. Inspector que era [añadido al margen: (creo)] el Rdo. P. Giacomini[31] que irían las Hnas. Ella no sabía porqué, el Padre mandó el telegrama al Inspector y no a la Directora a ella, tratándose de las Hermanas; en fin todo junto era permisión de Dios.
22.3 Todavía quiero mencionar lo siguiente que no tiene nada que ver con lo dicho anterior[mente], pero como mucho dicen que "las Malvinas son argentinas" quisiera yo darles el consejo, de no dar pasos para conquistarlas, pues están muy fortificadas; por todas partes hay cañones y durante la última guerra hicieron un edificio en la parte más alta de Port Stanley en donde por medio de maquinarias modernas pueden divisar los barcos en mucha distancia; además hicieron como un cerco o reja que abarca la parte (p. 14 de 16) más angosta de la entrada en la baía [sic] y al atardecer la cierran y en la mañana la abren. Así lo hicieron en tiempo de guerra, de manera que ningún barco puede entrar si ellos no le abren la tranquera.
Me olvidé notar que tanto los católicos como los protestantes aprecian mucho a las hermanas y estos últimos mandaron a sus hijas a nuestro colegio sin jamás hacer notar la diferencia de creencias.
p. 15 de 16: en blanco
p. 16 de 16: contratapa
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5. Observaciones conclusivas
Confrontados estos testimonios con las fuentes mencionadas, particularmente con la “Crónica de la casa de las Hijas de María Auxiliadora en Port Stanley – Malvinas”, se observa que las narraciones de ambas hermanas coinciden entre sí en aspectos significativos y que, a pesar de los mínimos errores, propios quizá de la década transcurrida, concuerdan también con la Crónica en varios elementos de importancia. Son los siguientes: dada la circunstancia concreta de la imposibilidad de vivir su misión por la ausencia de los niños a causa de la segunda guerra mundial, con final incierto y peligros reales, la comunidad siguió el consejo del párroco, padre Hugo Drumm, y se retiró pensando en regresar una vez concluida la guerra; para ello debió esperar varios meses por falta de transporte. Contaba con el aprecio de las autoridades y de familias malvinenses, aun perteneciendo algunas hermanas a naciones enemigas (Alemania, Italia); la vida y el trabajo de los largos años transcurridos en las Islas habían desgastado sus fuerzas, pero también habían calado hondamente en su experiencia misionera.
Archivos consultados
Archivo Histórico Salesiano Argentina Sur sede CABA (AR AHS ARS / CABA)
Archivo General FMA - Roma
Archivo FMA sede CABA, Argentina
Archivo parroquial de Saint Mary’s, Stanley, Malvinas.
Referencias bibliográficas
1. Anzani E. (2000). Facciamo memoria. Cenni biografici delle FMA defunte nel 1958. Roma, Italia: Istituto FMA
2. Anzeliero G., Maioli E. (edd.). (2013). Facciamo memoria. Cenni biografici delle FMA defunte nel 1988. Roma, Italia, Istituto FMA.
3. Baratta H. (s.f.). Presencia salesiana en las Islas Malvinas. Compilación sintética de la documentación existente en el Archivo Histórico Salesiano, Buenos Aires, Argentina.
4. Bruno C. (1983). Los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora en la Argentina. Volumen segundo (1895-1910), Buenos Aires, Argentina: Instituto Salesiano de Artes Gráficas.
5. Calosso C. (1997). Facciamo memoria. Ceni biografici delle FMA defunte nel 1946, Roma, Italia: Istituto FMA.
6. Calosso C. (2003). Facciamo memoria. Cenni biografici delle FMA defunte nel 1968, Roma, Italia; Istituto FMA.
7. Fernández A.M. (2023) Isleñas. La Crónica de las Hijas de María Auxiliadora en la Casa de Malvinas 1907-1942. Texto integral. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Don Bosco Argentina.
8. Istituto Figlie di Maria Ausiliatrice (1922). Costituzioni dell’Istituto delle Figlie di Maria Ausiliatrice fondate da San Giovanni Bosco, Torino, Italia: FMA.
9. Maggi L.A. (2013). Padre Raúl Agustín Entraigas.1901-1977. Misionero. Docente. Escritor. Historiador. Recuperado de https://luisangelmaggi.blogspot.com/2012/05/
padre-raul-agustin-entraigas1901-1977.html
10. Martinić M. (¿2009?). Monseñor Giacomini paladín de magallanidad. Punta Arenas, Chile: Edición Museo Maggiorino Borgatello.
11. Moreno J. C. (1950). Nuestras Malvinas. La Antártida. Buenos Aires, El Ateneo.
12. Secco M. (1997). Facciamo memoria. Cenni biografici delle FMA defunte nel 1949, Roma, Italia: Istituto FMA.
13. Secco M. (2003). Facciamo memoria. Cenni biografici delle FMA defunte nel 1969, Roma, Italia: Istituto FMA.
14. Secco M. (2006). Facciamo memoria. Cenni biografici delle FMA defunte nel 1974, Roma, Italia: Istituto FMA.
15. Solari Yrigoyen H. (1998). Malvinas. Lo que no cuentan los ingleses (1833-1982). Buenos Aires, El Ateneo.
16. Tatham D. (2008). The Dictionary of Falklands Biography (including South Georgia) Fron Discovery up to 1981. Hereford, England.
[1] Congregación femenina fundada en Italia por San Juan Bosco y Santa María Dominga Mazzarello en 1872, dedicada a la educación de la niñez y la juventud. Ya en 1877 comenzó su acción misionera en América del Sur.
[2] Fue erigida por la Santa Sede el 15 de noviembre de 1883, junto con el Vicariato del Centro y Norte de la Patagonia, en respuesta a las tratativas realizadas por el sacerdote Juan Bosco, a fin de establecer en aquellos inmensos territorios, estructuras eclesiásticas que facilitaran la organización y la acción misionera y le aseguraran una autonomía que él consideraba imprescindible. El prefecto apostólico, José Fagnano (Asti, Italia, 1944-Santiago, Chile, 1916) llegó a Punta Arenas el 21 de julio de 1887 para comenzar la misión que desempeñó hasta la muerte. A pocos días de su fallecimiento la Santa Sede suprimió la Prefectura y erigió en su lugar, solo para el territorio chileno y las Islas Malvinas, el Vicariato de Magallanes (Fernández, 2023, p. 9).
[3] Patricio Diamond (Kilrea, Irlanda, 1863 - San Francisco, Estados Unidos, 1937) había sido enviado por su obispo a Don Bosco junto con otros seis jóvenes para que llevaran un día la presencia salesiana a Canadá. Pero él prefirió seguir a don Juan Cagliero a Buenos Aires donde profesó y fue profesor de inglés. Probablemente en este tiempo misionó entre los numerosos colonos irlandeses de la provincia de Buenos Aires y alrededores. Ordenado sacerdote en 1887, fue enviado a las islas Malvinas para la cura espiritual de los católicos desde 1889 a 1906 con alguna interrupción. Ese mismo año partió para los Estado Unidos donde permaneció hasta su muerte (Baratta, s.f., p. 5).
[4] El padre Mario Luis Migone (Montevideo, Uruguay, 1863 - Port Stanley, Malvinas, 1937 conoció a Don Bosco en Turín, durante un viaje realizado con su familia. Fue ordenado sacerdote en 1887 y elegido como secretario de Mons. Cagliero. Después de una breve estadía en las Malvinas junto al padre Diamond, fue director de la casa de Viedma. Terminado su directorado pasó nuevamente a las Malvinas en 1894, otra vez por breve tiempo, ya que fue nombrado director en el Colegio del Patrocinio de San José en Santiago de Chile. Cumplida su misión, pasó definitivamente a las Malvinas en 1905 donde permaneció hasta su muerte con la excepción del año 1912 cuando, al cumplir las bodas de plata sacerdotales, recibió el regalo de un viaje a Italia (Baratta, s.f., pp.19-20). En su obra, 33 años de vida malvinera, recoge la experiencia vivida en las islas y dedica previamente un amplio espacio a la historia de las mismas y a justificar su postura acerca “del legítimo dueño de las Islas” que considera sea la República Argentina. La obra conoce ya la tercera edición realizada en Montevideo en 2020.
[5] El salesiano Hugo Drumm (Irlanda, 1889 - Inglaterra, 1978) una vez ordenado sacerdote a fines de 1932, fue enviado a Punta Arenas. En 1934 viajó a las Islas Malvinas donde fue compañía y ayuda para el párroco, Mario Migone, hasta su muerte en 1937. Lo sucedió en el cargo hasta 1947, por lo que debió afrontar el difícil período de la segunda guerra mundial. (Baratta, s.f., pp. 28-29).
[6] Actuación del secretario de la Colonia Claude F. Condell Nº 147/15 (Fernández, 2023, pp. 203-204).
[7] “Port Stanley, Setiembre de 1923. Apuntes acerca de las Islas Malvinas (Falkland Islands) y las Misiones Católicas allí establecidas” (p. 3). Texto mecanografiado en el AR AHS ARS/CABA 5.100 8. Otros, recogido por Baratta, (s.f., p. 23).
[8] Juan Carlos Moreno indica, además, una fecha diversa de la que consta en las fuentes del Instituto. No conocemos de dónde procede su información.
[9] Las páginas indican las varias carillas del documento digitalizado.
[10] El salesiano Raúl Agustín Entraigas (1901-1977) fue sacerdote misionero, docente, escritor e historiador. Su larga trayectoria en la investigación histórica quedó plasmada en más de 30 títulos de su autoría. Fundó la Junta de Investigaciones y Estudios históricos de Río Negro, fue miembro de la Junta de Estudios Eclesiásticos de la Argentina y académico de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, España (Maggi 2013, (https://luisangelmaggi.blogspot.com/2012/05/padre-raul-agustin-entraigas1901-1977.html).
[11] Años después la misma sor Beatriz Mahon, en otro testimonio solicitado por la Madre Melchiorrina Biancardi escribió el mismo concepto: “en la segunda guerra, como se esperaban soldados de Norte América, el Gobernador dispuso que enviaran todos los niños a las estancias a continuar las clases, para ceder el lugar de alojamiento a los soldados.” Beatriz Mahon (c. 1965). “En las Islas Malvinas”, texto mecanografiado, p.1. Archivo FMA – CABA (legajo Mahon).
[12] La legislación del Instituto en vigencia en aquellos años exigía que las hermanas tuvieran en la casa un sector reservado exclusivamente para ellas y que no tomaran alojamiento, alimento o bebida en casa de seglares, a no ser en caso de viajes o de otra verdadera necesidad (Constituciones 1922, XIII, artículos 99 y 105). Dado que no se podía conocer la duración de la guerra, la comunidad no creyó oportuno prolongar la excepción concedida por las Constituciones.
[13] En la “Crónica” de la casa había quedado consignado: “Se presentan algunas dificultades a causa de la nacionalidad, es decir, si se podrá viajar perteneciendo algunas de nosotras a naciones beligerantes. Superadas estas [dificultades] nos disponemos a prepararnos para la partida” (Fernández, 2023, p. 223).
[14] Ver nota 5.
[15] Sor María Juana Ussher (Baradero, Argentina,1870 – Buenos Aires, 1949). Sus padres pertenecieron a uno de los grupos de irlandeses que llegaron a nuestro suelo en la segunda mitad del siglo XIX. Profesó en el Instituto FMA en 1896. Después de pasar sus primeros años en San Nicolás de los Arroyos y en Bernal, fue destinada a las Islas Malvinas por su conocimiento del inglés. Llegó el 3 de junio de 1909. El año siguiente asumió el cargo de directora de la comunidad que ejerció con escasas interrupciones hasta 1942. El porte digno, la sonrisa constante la hacían agradable a toda clase de personas, sin exceptuar protestantes y autoridades civiles. Testimonio de este aprecio fueron la condecoración con que la distinguió el Rey Jorge V en el 25º aniversario de su coronación en mérito al bien realizado en la Colonia y el encanto particular que ejercía sobre los niños, quienes bien pronto manifestaban su predilección por “esa Hermana”. Luego de dejar las Islas, permaneció en Punta Arenas hasta que, a causa de un accidente doméstico, fue enviada a Buenos Aires. Su salud ya muy decaída, los sacrificios y desprendimientos vividos aceleraron la hora de la partida definitiva (Secco, 1997, pp. 391-397).
[16] Ya el inspector salesiano Juan M. Aliberti notaba en un informe de 1939: “Sucede que ahora estas buenas Hermanas de lengua inglesa están muy envejecidas y gastadas de tanto trabajo y sacrificio. La Directora, por ejemplo, de ya 70 años, hace más de 30 años que se encuentra aquí, casi siempre en condición de Superiora y no puede más. Lo mismo diría de casi [todas] las otras Hermanas. Da pena verlas. La Inspectora no tiene personal de lengua inglesa para poder hacer algún cambio... El Gobierno Inglés protestante provee de óptimos maestros a su escuela que hoy ofrece mucha competencia a la escuela de las Hermanas” (Breve relazione dell’ispettore D. Aliberti in visita alle Malvine (1939), Dactilografiado con firma autógrafa (Archivo General FMA - 4012 01-0-09).
[17] La hermana María Pazzarelli dejó el Instituto por lo que no se conserva su biografía.
[18] Sor Luisa Piretta (Pecetto, Italia, 1874 - Rodeo del Medio, Argentina, 1958), fue misionera y luego, en 1922, inspectora en México. En 1934 fue destinada a la Visitaduría de San Miguel, con sede en Punta Arenas. Allí fue nombrada inspectora en 1937. Cuatro años después, agotada por los sacrificios y la edad avanzada, pidió dejar esa responsabilidad. Pasó entonces a la Argentina donde fue directora en Uribelarrea (Buenos Aires) y en Alta Gracia (Córdoba). Finalmente, ya sin cargos de gobierno, permaneció en la casa de Rodeo del Medio (Mendoza). Falleció a 84 años de edad y 65 de profesión religiosa. A la “inspectora” o provincial se daba el tratamiento de “Madre”. Sor Luisa era en realidad “visitadora”, es decir, superiora de una inspectoría menor (Anzani, 2000, pp. 297-308).
[19] Sor María Rodas (Rosario, Uruguay, 1874 - Río Grande, Tierra del Fuego, Argentina, 1946) profesó en 1898 y vivió sus primeros años en su tierra natal donde fue muy hábil maestra de bordado. Luego pidió ser enviada como misionera a las Tierras Magallánicas. Llegó a Punta Arenas en 1903 y en 1907 fue enviada a inaugurar la presencia de las FMA en las Islas Malvinas, donde transcurrió más de veinte años consecutivos. Tras una pausa de siete años, regresó a las Islas en 1937 y allí permaneció hasta la salida de la comunidad en 1942. Fue enviada entonces a Río Gallegos y finalmente a la Misión de la Candelaria hasta su muerte. Tenía 71 años de edad y 48 de profesión religiosa (Calosso, 1997, pp. 304-306).
[20] En el Archivo parroquial de Saint Mary’s se encuentra aún el “emergency pass” concedido a sor Berta Weber en ocasión de un viaje a Magallanes en 1936 firmado por el secretario de la Colonia Craigie-Halkett.
[21] Ver nota 3.
[22] Esta familia era una de las más antiguas de las Islas. Los primeros Biggs habían llegado en los comienzos de la colonización inglesa. Varios de sus integrantes pasaron por las aulas de la St. Mary’s School y Madge Biggs, ya ex alumna, fue maestra en la escuela y se mantuvo siempre muy cercana a la comunidad de FMA así como otros familiares. Varios de ellos aparecen citados en Tatham D. (2008, pp. 79-83).
[23] Según la Crónica FMA, la familia Biggs ofreció “el último desayuno antes de ir a bordo y nos manda el auto para el trayecto a su casa”. De ser así, las hermanas habrían partido de día, no de noche. La Crónica continúa –y se cierra‒ con estas palabras: “El día es hermoso, todo está calmo y sereno, parece un día primaveral. Deo Gratias” (Fernández, 2023, p. 227).
[24] Posiblemente se trate de la Lively Island (toponimia inglesa) o Isla Bougainville (toponimia argentina).
[25] La fiesta de Corpus Christi (=del Cuerpo de Cristo) de aquel año 1942 había caído efectivamente el jueves 4 de junio, es decir, mientras estaban de viaje.
[26] La hna. Berta confunde a la viajera. No se trataba de la hna. Rosa Veneroni, fallecida en 1935 sino de sor Margarita Sanlorenzo, citada en la p. 3-16 del presente documento. Margarita Sanlorenzo (Viarigi, Italia, 1886 – San Justo, Argentina, 1969) había sido enviada a Inglaterra siendo aún novicia. Profesó en Chertsey en 1912 y allí permaneció hasta 1922 cuando fue destinada a las Islas Malvinas, siempre necesitadas de personal que hablara inglés. Allí colaboró en la escuela y la asistencia de las pocas internas, enseñaba costura y gimnasia, ayudaba en la cocina, el canto o la enfermería hasta que en 1942 la comunidad se retiró de las Islas. Después fue enviada a Puerto Natales y en 1945, a la Inspectoría argentina de Buenos Aires donde trabajó en varias casas (Santa Rosa, San Nicolás de los Arroyos, Buenos Aires-calle Brasil y San Justo). En su última enfermedad, le afloraba inconscientemente la nostalgia de sus años más jóvenes y solía expresarse en inglés (Secco, 2003, pp. 330-333).
[27] Se trata del puerto Fox Bay o Bahía Zorro o de los Zorros, en la Isla Soledad. Como existía el puerto Fox Este (más importante) y el Oeste sobre la misma bahía, es posible que la memoria de sor Berta haya fusionado los términos Bay-East.
[28] En tiempo de guerra se navegaba del modo más secreto posible.
[29] Es el “Liceo María Auxiliadora” de Punta Arenas. Primera fundación de las FMA en el extremo Sur de América.
[30] Sor Teresa Adriano (Diano d’Alba, Italia, 1888 – Santiago, Chile, 1968) profesó en el Instituto FMA en 1911. Dos años después, partió para Santiago de Chile. En 1937 fue enviada, a la “Visitaduría S. Miguel Arcángel” con sede en Punta Arenas. En marzo de 1941, cuando esta fue erigida canónicamente en Inspectoría, fue designada Inspectora. En 1946 las casas de la Argentina se desprendieron de Punta Arenas y las chilenas se unieron en una única inspectoría con sede en Santiago. Ella permaneció en Punta Arenas donde actuó como delegada para las casas de las Tierras Magallánicas y directora del Asilo Sagrada Familia. Fue luego directora en Puerto Montt. En 1964 dejó definitivamente toda actividad a causa de su edad y salud (Calosso, 2003, pp. 5-9).
[31] El padre Pedro Giacomini Calimán (Pordenone, Italia, 1904 – Bahía Blanca, Argentina, 1982) fue ordenado sacerdote en Turín en 1929. En Argentina trabajó en Fortín Mercedes y Neuquén. Luego fue nombrado inspector Salesiano en la Patagonia Austral en el período 1939-1948. En 1940 la Santa Sede le confió la Administración Apostólica del Vicariato de Magallanes y las Islas Malvinas hasta la creación de la Diócesis de Punta Arenas en 1947. Fue luego inspector en Ecuador. A su regreso a la Argentina se dedicó especialmente al periodismo salesiano en Buenos Aires y Bahía Blanca (Martinić, [2009]).