Chronica, Vol. 3, Núm. 3, enero-diciembre 2024, ISSN 2953-3376, pp. 30-43

 

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“Aislados del mundo mucho más que antes”. Distancias y comunicaciones en Malvinas durante la Gran Guerra (1914-1918). La experiencia del padre Mario Migone a través de su correspondencia

 

“Far more isolated from the world than before”. Distances and comunications in Malvinas during the Grat War (1914-1918). Father Mario Migone’s experience based on his correspondence

 

 

Nicolás Alejandro Medina

Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (Universidad Nacional de Rosario / CONICET)

nicolasmedina1985@gmail.com

 

Es Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Actualmente cursa el Doctorado en Historia en la misma casa de estudios, donde también es docente de la asignatura Historia Argentina III. Es becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (UNR/CONICET) y miembro del Programa de Investigación y Extensión "Malvinas y el Atlántico Sur" (FHyA, UNR).

 

 

 

 

 

 

 

Resumen

En este artículo se abordan las estrategias desplegadas por el padre salesiano Mario Luis Migone, para sortear el aislamiento y las dificultades en las comunicaciones que implicó la Gran Guerra (1914-1918) para la misión católica de las Islas Malvinas. Las fuentes principales son las cartas inéditas de Migone que se encuentran en la sección Correspondencia del Archivo Histórico Salesiano Argentina Sur, Sede CABA. Estas son complementadas con la crónica escrita por él mismo y publicada póstumamente en 1948, titulada 33 años de vida malvinera y con documentos del Jane Cameron National Archives de la administración británica de las islas. El artículo dialoga tanto con el campo de estudios sobre la obra salesiana (en las primeras décadas de su asentamiento en la Patagonia), como con el de la historia de Malvinas (en lo que respecta a las comunicaciones y la administración inglesa del archipiélago).

 

 

 

Palabras clave

 

Salesianos

Misión

Comunicaciones

Administración

Correo

 

 

 

Abstract

This article approaches the strategies deployed by salesian father Mario Luis Migones to circumvent the isolation and difficulties for communication of the catholic mission in Malvinas Islands due to the Great War (1914-1918). The core sources for the research are Migone’s unpublished letters, found in the Correspondence section from the Archivo Histórico Salesiano Argentina Sur, Sede CABA. These are complemented with a chronicle written by Migone and published in 1948 posthumously, titled 33 años de vida malvinera and documents from the islands’ British aministration’s Jane Cameron National Achives. The article dialogues with both studies of the salesians (in the first decades of their settlement in Patagonia) and of the history of the Malvinas (respecting communication and the English goverment of the islands).

 

 

Keywords

 

Salesians

Mission

Comunication

Administration

Correspondence

 

                             

Recibido: 18/1/2024 - Aceptado: 4/4/2024

 

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 “Aislados del mundo mucho más que antes”. Distancias y comunicaciones en Malvinas durante la Gran Guerra (1914-1918). La experiencia del padre Mario Migone a través de su correspondencia

 

 

1. Introducción

En este artículo nos proponemos abordar las estrategias desplegadas por el padre salesiano Mario Luis Migone para sortear el aislamiento que la Gran Guerra (1914-1918) provocó en la misión católica de las Islas Malvinas.[1] En su conocido libro 33 años de vida malvinera (1948) Migone dejó un testimonio minucioso sobre algunas de las experiencias vividas durante la guerra, especialmente en los primeros meses de combate. Aquí nos proponemos complementar esas observaciones indagando su correspondencia personal inédita. De enorme valor documental ‒ya que permite observar aspectos que se pierden en otros tipos de escritos, como las comunicaciones oficiales, los periódicos o las crónicas‒, el corpus epistolar de Migone ha sido poco explorado. Estas cartas se encuentran en la sección Correspondencia del Archivo Histórico Salesiano Argentina Sur, Sede CABA [en adelante AR-AHS ARS/CABA]. Se trata del Fondo Malvinas, que incluye más de seiscientos documentos manuscritos y tipeados a máquina, la mayoría de ellos inventariados, de un período que va desde 1889 hasta 1982. Estos serán complementados con documentos del Jane Cameron National Archives[2] [en adelante JCNA], archivo oficial de la administración inglesa de las Islas.

La hipótesis que guía las siguientes páginas es que, ante la interrupción de los circuitos normales de circulación de bienes, información y personas, el padre Migone se apoyó en su vínculo de mayor confianza en Buenos Aires –el también padre salesiano Tomás Ussher‒ para gestionar a través de él las mercancías y trámites necesarios para el mantenimiento de la misión en Port Stanley. Mejor comunicado y con acceso a información con la cual Migone no contaba, el padre Ussher intentó satisfacer los pedidos –por momento muy insistentes‒ de su amigo y correligionario. Tomás Ussher era argentino, hijo de irlandeses y hermano de María Ussher, directora de la St. Mary School en Stanley. Prefecto del Colegio Pio IX de Artes y Oficios de Almagro desde inicios de 1915, el padre Ussher mantenía desde hacía años ‒y seguiría manteniendo‒ una asidua correspondencia con el padre Migone. Ambos mantenían una amistad afectuosa que se advierte en el cariño que el padre Migone le dispensaba habitualmente al padre Ussher y su hermana sor María, pese a ser un hombre con fama de carácter fuerte. María Ussher, religiosa Hija de María Auxiliadora, llegó a Malvinas en 1909 y permaneció en Port Stanley por más de tres décadas.

Este artículo tiene el objetivo de visibilizar un archivo que cuenta con una enorme potencialidad para aportar a los estudios históricos sobre la congregación salesiana y/o sobre Malvinas. Aquí haremos dialogar esos archivos con algunos trabajos recientes que han abordado el tema de las comunicaciones y las distancias en Malvinas (Barriera, 2019; Haller, 2020; Tato, 2020).

2.    La Gran Guerra llega al fin del mundo

La forma en que la Gran Guerra repercutió en las Islas Malvinas tiene una estrecha relación con la forma en que diversas potencias entendieron el rol del archipiélago en las disputas interimperiales. Al menos desde mediados del siglo XVIII, las monarquías que competían por el dominio de las indias orientales y occidentales comprendieron la importancia estratégica del archipiélago malvinero en la vía navegable que comunicaba los océanos Atlántico y Pacífico (Barriera, 2019; 2020; 2021). Esta ubicación, militar y comercialmente privilegiada, estuvo en el centro de las disputas entre las coronas españolas, inglesa y francesa, así como en el conflicto entre el gobierno independiente de Buenos Aires y Gran Bretaña. Esta última las ocupó en 1833 desalojando por la fuerza a la colonia rioplatense, y mantiene su dominio hasta la actualidad. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, y al calor de las diversas actividades económicas de las islas (mayormente portuarias, pecuarias y cinegéticas), una población étnica y culturalmente variada (Lorenz, 2014) fue creciendo en tamaño, a la vez que se multiplicaban los contactos y el intercambio de bienes, ideas y personas con puertos de ambos océanos y hemisferios (Haller, 2020).

Para el momento en que comenzó la guerra, la misión salesiana en Malvinas contaba con más de un cuarto de siglo de vida. Dependiente de la Prefectura Apostólica de Santa Cruz, Tierra del Fuego, Malvinas e Islas Adyacentes, el objetivo de la misión era educativo y asistencialista, en contraste con los objetivos misionales continentales de la Patagonia, que se proponían la conversión del indio (Nicoletti, 2016). Mantener viva la fe de los habitantes católicos en una comunidad mayormente protestante fue el objetivo central de la misión y de quien fuera su más longevo administrador, el sacerdote montevideano Mario Luis Migone (Nicoletti, 1999; Migone, 1948). Este había llegado al archipiélago por primera vez en 1889, se instaló definitivamente en Port Stanley en 1905 y vivió allí hasta su muerte en 1937, rehusando volver al continente incluso para tratar su enfermedad[3]. Según sus palabras "es en Port Stanley, donde aprendí a ser, no diré buen salesiano, que no llegaré a serlo nunca, sino un pasable sacerdote que tiene verdadero interés por la salvación de su alma".[4]

Desde el inicio del conflicto bélico la vida cotidiana del archipiélago se vio alterada notablemente. El 8 de agosto de 1914 llegaron a Malvinas las primeras noticias acerca del inicio de las hostilidades, que despertaron la “sorpresa general” de los isleños (Migone, 1948, p. 115). Inmediatamente las autoridades inglesas en Port Stanley alistaron a la milicia voluntaria local y prohibieron el comercio con el Imperio alemán, así como la exportación a puertos europeos de cualquier mercancía que pudiera ser utilizada en la contienda.[5] La avidez de información sobre el tema impulsó a la Falkland Island Magazine and Church Paper –por entonces la única publicación mensual con información noticiosa de Malvinas‒ a editar The Special War Edition, suplemento que se vendía por separado dedicado exclusivamente al conflicto.[6] La iniciativa ‒que no difería demasiado de la importancia que se le otorgó a la Gran Guerra en países menos directamente involucrados en ella (Dalla Fontana, 2020; Desiderato, 2022; Tato, 2020)‒ se frustró bien pronto: ante la inminencia de la llegada de la flota alemana a Port Stanley y el llamado a las armas a los isleños, el periódico debió suspender su edición de diciembre, siendo este el primer mes en que no se editó desde su fundación en 1889.

La Batalla de las Malvinas, como se conocería al enfrentamiento naval ocurrido frente a las costas del archipiélago el 8 de diciembre de 1914 entre las flotas alemana e inglesa, dejó huellas profundas en la cultura de la población malvinera. Si bien el gobierno británico decidió no otorgar medallas honoríficas a los voluntarios de la milicia local que participaron en la contienda,[7] en 1927 se levantó un monumento conmemorando la victoria y, hasta la actualidad, el 8 de diciembre es feriado local.[8]

La importancia de este suceso para Migone quedó evidenciada en la minuciosidad con que lo relató en su libro. Aunque la mayor parte de la batalla es narrada en su crónica a partir de la transcripción de su diario personal, decidió además agregarle algunas aclaraciones escritas dos décadas más tarde (1948, pp. 146-151), demostrando la relevancia que aún conservaba en su pensamiento. Otro dato que permite mensurar la importancia que la Gran Guerra tuvo en la experiencia de Migone es la cantidad de espacio que le dedica: de las 269 páginas que narran sus más de tres décadas en Malvinas, prácticamente un tercio están dedicadas al período 1914-1918 (Migone, 1948).

A juzgar por la alteración que la guerra trajo al ritmo de vida cotidiana de los isleños, la importancia que el padre le otorgó no parece exagerada. El primer escollo fue la interrupción de las vías normales de acceso a la información: el correo y el telégrafo. Distantes a más de 500 kilómetros del continente americano y a más de 12000 kilómetros de su metrópoli británica, los habitantes de Malvinas necesitaban de una comunicación permanente con otros puertos para abastecerse de mercancías e información. Desde fines del siglo XIX las islas se encontraban integradas a un circuito marítimo y postal fluido. Según Sofía Haller (2020, pp. 327 y 328) el correo era la segunda mercancía más distribuida por los barcos que llegaban a Port Stanley. Por tal motivo, a partir de 1880 el gobierno británico contrató un servicio regular, que estuvo a cargo de la compañía alemana Deutsche Dampsfschiffahrtsgesellschaft Kosmos. En el año 1900 el servicio regular pasó a manos de la Pacific Steam Navigation Company, que lo mantuvo durante todo el período que nos ocupa. Durante el transcurso de la Gran Guerra el servicio postal difícilmente pueda calificarse de regular, al menos en cuanto a su periodicidad.

Como ha demostrado Lila Caimari (2015) analizando la prensa porteña, desde la instalación en 1874 del cable submarino transatlántico que unía Lisboa y Pernambuco, no solo se había reducido la demora de la transmisión de noticias entre Europa y Sudamérica de semanas a horas, sino también la percepción de las temporalidades y las distancias que se tenía en la periferia del mundo moderno. Con el correr de los años esa red telegráfica con cable se amplió exponencialmente por tierra y mar en todo el continente, incluyendo a Malvinas en un circuito de información que abarcaba todo el globo. Al comenzar la guerra existía una estación telegráfica sin cables en Malvinas, que pronto pasó a ser la única fuente de una información oficial ‒bastante restringida, por cierto‒ ya que los cables transoceánicos fueron cortados ni bien comenzó el conflicto. Poco más de un año después el telégrafo por hilos fue reconectado, llegando hasta Malvinas, por lo que las noticias sobre la guerra comenzaron a recibirse en “mucho mayor abundancia... un sin número de cables de todas las principales capitales; pero es en realidad un problema difícil el saber pescar en semejante maremágnum”.[9] Lo que esos cables transmitían era información oficial y noticias de agencias informativas, en su mayoría relacionadas con la guerra.[10]

Darío Barriera (2019) ha llamado la atención sobre la importancia para la historia política de los circuitos comunicativos, por los que fluye información necesaria para la toma de decisiones en el “gobierno de posesiones lejanas y aparentemente periféricas” (p. 59). Esta observación es también pertinente para agentes como el padre Migone[11] que, siendo el principal responsable de la misión salesiana, debió sortear las enormes dificultades que implicó la interrupción de los circuitos postales con el estallido de la guerra para tomar decisiones:

Con los cambios habidos en los correos ya no sabremos cuando podremos enviar o recibir cartas... Nosotros aquí con la cuestión de la guerra europea nos hallamos aislados del mundo mucho más que antes. Los vapores que nos traían el correo han suspendido las noticias y las noticias semanales y lacónicas que recibimos semanalmente por el telégrafo sin hilos están muy lejos de satisfacer en estos momentos de ansiedad general. Solo por los números de El Pueblo que usted me mandó he conseguido saber algo concreto pero de esto ya va casi un mes. Cuándo volveré a recibir diarios ahora?[12]

 

La incertidumbre que se vislumbra en esa carta expresa lo que vivían los isleños en los primeros meses de la guerra. Hasta diciembre de 1914 la vida en Port Stanley se vio radicalmente alterada por la inminencia del combate naval con la flota alemana. La escuela salesiana se transformó en una enfermería de la Cruz Roja y, luego, en un hospital militar (cuando se hizo cargo de las instalaciones el médico del acorazado inglés HMS-Canopus). Las clases debieron suspenderse y por momentos solo quedaron en Port Stanley el padre Migone, las hermanas Hijas de María Auxiliadora y unos pocos isleños, ya que la mayoría se refugiaron en el campo ante la posibilidad de un desembarco alemán (Migone, 1948, pp. 132-134).

El triunfo británico en la Batalla de Malvinas trajo alivio a los isleños, ya que desde entonces la flota alemana no volvió a estar en condiciones de un desembarco en el Atlántico sur. En sus memorias Migone señala que “no caben dudas de que la victoria inglesa ha venido a apaciguar los ánimos y ha devuelto la tranquilidad, que en tantos años, por primera vez, habíamos perdido” (1948, p. 145). Sin embargo, con el correr de los meses las comunicaciones marítimas continuaron siendo irregulares y escasas.[13]

Haller (2020, pp. 318 y 335) sostiene que la disminución de los arribos a Port Stanley a partir de 1914 se debió a la apertura del canal de Panamá, que coincidió temporalmente con el estallido de la guerra. Aunque no contradice su hipótesis en absoluto, debemos señalar que según la percepción del padre Migone y la hermana Ussher, la guerra era el motivo de las dificultades en la comunicación del archipiélago. Solo a partir de mediados de 1917 Migone comenzó a mencionar la cuestión del canal como un problema, principalmente en la comunicación con Buenos Aires. Esto se debió a que los vapores que llegaban a Stanley desde Inglaterra y luego iban al Pacífico, retornaban a Europa por el canal, y no ya por el paso del sur.[14]

3.    Los contactos personales como herramienta de gestión y comunicación: los pedidos de Migone a Tomás Ussher

Más allá de los motivos objetivos que determinaron la abrupta caída de arribos mercantiles a Malvinas, fue a partir de su evidente constatación que el padre Migone desplegó una serie de estrategias tendientes a proveerse de lo necesario para su vida personal y para administrar de manera satisfactoria la misión católica que tenía a cargo. Los pedidos de favores a personas de confianza que vivían en el continente, para conseguir información que los diarios no contenían o bienes escasos en Malvinas, eran habituales entre los isleños. Migone no era la excepción, pero a partir de 1915 y ante la prolongación del aislamiento, intensificó sus pedidos al sacerdote Tomás Ussher para suplir por la vía del favor personal lo que no podía por los canales habituales. El trato íntimo y la confianza que se dispensaban ambos hermanos salesianos evidencia la estrecha relación de amistad que tenían.[15] Las disculpas frecuentes que Migone le ofrecía en sus cartas por el tiempo que debía invertir en los problemas de la misión muestran la incomodidad que la inusual pero necesaria intermediación de Ussher le provocaba.

La falta de información noticiosa fue uno de los principales motivos por los que el padre Migone decidió apoyarse insistentemente en Ussher. Aunque Migone era un asiduo lector y escritor, ansioso por informarse de las novedades que ocurrían en el mundo[16], la provisión de periódicos no era una necesidad estrictamente personal. El préstamo de periódicos formaba parte los servicios no religiosos que Migone ofrecía a la comunidad isleña.[17]  En mayo de 1915 Migone le solicita a Ussher que no suspenda su suscripción a The Standard, como le había pedido con anterioridad ya que, aunque no era un diario de su preferencia, “tengo varios amigos, que lo leen con interés, y no sería ésta la hora de privarlos de ese placer”[18]

La suscripción a los diarios que recibía Migone era gestionada por el padre Ussher y luego enviada a Port Stanley por este o por los propios diarios, según la disponibilidad de correos. Los mayores problemas, sobre los que Migone no se cansaba de insistir, eran los referidos a la provisión de El Pueblo. Según sus palabras, a las dificultades propias de la irregularidad de los correos se sumaba, en el caso del diario católico, el mal embalaje de los paquetes, que redundaba en pérdidas de ejemplares. Por ello, le rogaba a Ussher que hiciera reclamos a la administración en su nombre,[19] pedidos que reiteraba poco después ante la continuidad del problema.[20] Terminó concluyendo, más de un año después de los primeros reclamos, que “la cosa ya pasa de los límites. Yo no me explico aún como puede existir un diario tan mal administrado”.[21] Por las dificultades que experimentaba la provisión de diarios, Migone le pedía comenzar a renovar todas sus suscripciones de forma anual, en vez de semestral, como hacía hasta entonces[22].

La incertidumbre en relación con la llegada de correos, que motivó el pedido de extensión de los plazos de las suscripciones, impulsó a Migone a medidas semejantes en otros asuntos. En mayo de 1918 escribió a Ussher que “con las dificultades para obtener artículos para nuestro Bazar de fin de año, debemos empezar con anticipación a preparar las cosas”.[23] El bazar al que refiere era un evento anual que las Hijas de María Auxiliadora organizaban en diciembre con el fin de recaudar fondos para la escuela.[24] Para ahorrar en fletes, Migone le solicitaba a Ussher que realizara el envío vía Montevideo por intermedio de su hermano César Luis. Tres meses después el pedido llegó a Stanley. En la carta de agradecimiento, y previendo que las dificultades continuarían, Migone le hizo un envío de dinero y una lista de artículos para comenzar a preparar el bazar del año 1919, es decir, con dieciséis meses de anticipación. Le mandó también, como era ya costumbre, unas sentidas disculpas por semejante molestia.[25]

Además de gestiones prácticas como las suscripciones a periódicos o las compras para el bazar anual, Migone le solicitaba frecuentemente a Ussher información de lo más variada, a la cual no podía acceder desde Stanley. A comienzos de 1916 le solicitó que haga averiguaciones para la adquisición de un nuevo motor eléctrico para el cinematógrafo, ya que el suyo se averió y “con la guerra es sumamente difícil la importación de ese género de artículos de Inglaterra”. En sintonía con lo dispuesto por el gobierno, le advertía que “Naturalmente hay que descartar todo lo que sea alemán; solo se admiten aquí artículos de procedencia norteamericana o inglesa”.[26] Abundan también en la correspondencia de Migone a Ussher las preguntas respecto de sus cuentas personales o las formas económicamente más eficientes de remitir libras esterlinas a otros países. Estos temas eran de lógica importancia para una persona que realizaba frecuentes transacciones comerciales con al menos cuatro países (Argentina, Uruguay, Chile e Inglaterra) y con un aislamiento creciente que espaciaba la frecuencia de la llegada de información.[27]

Otro asunto sobre el cual Ussher era solicitado para recabar información y que, a juzgar por el espacio que le dedica en sus cartas, interesaba particularmente a Migone era el de los niños isleños que viajaban a estudiar a las casas salesianas de Argentina o Chile. En agosto de 1916 Dominic O’Sullivan, niño isleño hijo de católicos, viajó a Argentina para ser educado por tres años en el Colegio Nuestra Señora de la Guardia en Bernal. Migone, que ya había tenido frustraciones con pupilos anteriores,[28] mostró gran preocupación por el éxito de su educación y por mantener una buena imagen con su padre que, consideraba, repercutiría en la consideración que la comunidad de Stanley tenía sobre la misión salesiana. Ante las desprolijidades que la administración del colegio de Bernal mostraba con respecto a las cuentas (falta de acuso de recibos, poca claridad en los costos del servicio), Migone emprendió una seguidilla de pedidos de información al padre Ussher que se extendió por años.[29]

En todos estos casos observamos cómo el padre Migone recurría a una persona de su máxima confianza para sortear las dificultades que el aislamiento de las islas le imponía. Además del padre Ussher, Migone se apoyó también en su hermano César Luis, comerciante residente en Montevideo (ciudad que tenía contactos marítimos con Stanley más frecuentes que los de Buenos Aires), en el padre Moore y en sor María Ussher. Sin embargo, durante los años que duró la guerra, ninguna persona fue más importante que Tomás Ussher para el administrador de la colonia salesiana de Malvinas.

4.    Consideraciones finales

La Gran Guerra implicó para los habitantes de las islas Malvinas la alteración de los flujos normales de abastecimiento de bienes e información. Como señalamos, para el padre Mario Luis Migone esto implicó recurrir a diferentes mecanismos que le permitieran cubrir sus necesidades personales y las de la misión católica de las islas. A través de su correspondencia concluimos que, de esos mecanismos, el más importante fue la intermediación de Tomás Ussher, residente en Buenos Aires y amigo personal de Migone. 

El estudio de las dificultades que implicó la Gran Guerra para los habitantes de Malvinas a través del caso del padre Migone grafica de manera sintética las potencialidades del archivo epistolar utilizado. Los documentos correspondientes a la casa salesiana de Port Stanley permiten abordar una gama de problemas que pueden interesar tanto a los investigadores de Malvinas como a los dedicados a la historia eclesiástica. Para los primeros permite acercarse desde la intimidad de dos personas a problemas que hasta aquí se abordaban con documentos oficiales (registros portuarios, comunicaciones diplomáticas, legislación) o editados (periódicos, libros como el del propio Migone). Por su parte, para la historia de la Iglesia católica y de la congregación salesiana, el archivo ofrece un contrapunto a las demás misiones patagónicas y permite ver la trama de relaciones personales que sustentaba la acción misionera en un territorio caracterizado por su aislamiento relativo. El abordaje que se hizo en estas páginas no agota en absoluto la variedad de documentos que tiene el archivo, ni menos aún los posibles problemas y objetos de estudio que habilita a estudiar.

 

Referencias bibliográficas

1.       Barriera, D. G. (2019) Un rumor insistente. Saberes y circuitos de información para gobernar un archipiélago (las islas Malvinas entre la corte y el territorio, 1756-1767). Diálogo Andino, 60, 57-70.

2.       Barriera, D. G. (2020) Malvinas: de la periferia del mundo conocido al centro de una disputa global (1758-1767). Investigaciones y ensayos, 69, 80-97.

3.       3. Barriera, D. G. (2021) Fronteras en el mar, conversaciones a través de la niebla: soberanías en disputa en el Atlántico Sur entre negociación, fuerza y derechos (notas sobre el desalojo de Puerto Egmont, junio de 1770). Claves. Revista de Historia, 13 (7), 63-100.

4.       Caimari, L. (2015) El mundo al instante. Noticias y temporalidades en la era del cable submarino (1860-1900). En Redes, 21 (40), 125-146.

5.       Caimari, L. (2019) “De nuestro corresponsal exclusivo”. Cobertura internacional y expansión informativa en los diarios de Buenos Aires de fines del siglo XIX. Investigaciones y ensayos, 68, 23-53.

6.       Dalla Fontana, L. E. (2020) La Gran Guerra (1914-1918). El enfoque militar de los hechos en el diario La Unión. Investigaciones y ensayos, 69, 22-40.

7.       Desiderato, A. D. (2022) Los oficiales de la Armada Argentina y las Islas Malvinas. Del territorio “imperfectamente conocido” a la construcción de un discurso irredentista (1900-1945). En Tato, M. I. y Soprano, G. (directores) Malvinas y las guerras del Siglo XX. Recuperado de: https://www.teseopress.com/malvinasylasguerrasdelsigloxx/

8.       Haller, S. C. (2020) Malvinas y el mundo: registros portuarios históricos de las islas (1826-1832 y 1842-1914). Prohistoria, Año XXIII, (34), 315-337.

9.       Lorenz, F. (2014) Todo lo que necesitás saber sobre Malvinas. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

10.   Migone, M. L. (1948) 33 años de vida malvinera.  Buenos Aires, Argentina: Club de lectores.

11.   Nicoletti, M. A. (1999) Una misión en el confín del mundo: la presencia salesiana en las islas Malvinas (1888-1942). Anuario de Historia de la Iglesia, 8, 215-234.

12.   Nicoletti, M. A. (2016) Las misiones salesianas en el marco de la consolidación de la Nación en la Patagonia (1880-1920): la acción evangelizadora. En Fresia, I. A.; Nicoletti, M. A. y Picca, J. V. (coomps.) Iglesia y Estado en la Patagonia. Representando las misiones salesianas (1880-1916) (pp. 77-92). Rosario y Buenos Aires, Argentina: Prohistoria Ediciones y Ediciones Don Bosco Argentina.

13.   Tato, M. I. (2020) La cuestión Malvinas y las batallas por la neutralidad argentina durante la Gran Guerra. En Tato, M. I. y Dalla Fontana, L. E. (directores) La cuestión Malvinas en la Argentina del siglo XX. Una historia social y cultural (pp. 17-38). Buenos Aires, Argentina: Prohistoria Ediciones.

 



[1] Se utiliza la toponimia como aparece en las fuentes. Port Stanley es el poblado más importante de las Islas Malvinas, fundado por el gobierno inglés en 1845, y conservó esa denominación excepto el breve período bajo administración argentina en 1982, donde se lo llamó Puerto Argentino. Respecto de "Malvinas", en las fuentes salesianas aparece mayormente –aunque no siempre con el nombre castellano, mientras que en las fuentes inglesas se utiliza siempre "Falklands". Por nuestra parte, utilizaremos Malvinas para referirnos al archipiélago, que incluye las dos islas principales (Gran Malvina y Soledad, según la denominación argentina, o West Falkland y East Falkland, según la nomenclatura inglesa) y más doscientas islas menores.

[2] En este artículo trabajamos con las colecciones digitalizadas del JCNA, disponibles en el sitio: https://www.nationalarchives.gov.fk/

[3] La difícil personalidad de Migone, que no escuchaba de los consejos ni siquiera cuando de su salud se trataba, queda expuesta en una carta sin fecha (casi con seguridad de 1934) y sin firma: “Solo lamento que el gran amor a este terruño le haga temer que todo lo que no haga exactamente como él, ha de fracasar... y que su temperamente [sic] caprichoso (con sus adlateres de la desconfianza y el egoísmo) no le hayan permitido cumplir con los deseos que le manifestaron repetidamente el P. José V. [por Vespignani] y D. Rinaldi, de s. m. de que fuera a atender su salud en Montevideo o Buenos Aires será siempre su tormento aquí, porque no podrá fiscalizarlo todo” (AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2, (1889-1923), carta sin firma ni fecha).

[4] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1924-1982), Carta de Mario Luis Migone a José Vespignani, 5/10/1929.

[5] “And whereas it constitutes adherence to Our enemies for any of Our subjects or persons resident or being in Our dominions during the continuance of the state of war to contribute to or participate in or assist in the floating of any loan on behalf of the said Emperor, or to advance money or to enter into any contract or dealings whatsoever with the said Emperor or his Government (save upon Our Command), or otherwise to aid, abet, or assist the said Emperor or his Government ” (JCNA - Series E - Gazettes, Proclamations, Notices: 1913 and 1914. R22 and R23, p. 398. N° 160, 8/8/1914).

[6] Véanse las ediciones de septiembre y octubre de la Falkland Island Magazine en: JCNA - Falkland Island Magazine: FIM1914.

[7] El pedido fue realizado por el gobernador Young en 1922 y por la Asamblea Legislativa en 1927. En ambos casos fue rechazado ya que “the naval battle was fought on the high seas, the Volunteers on shore took no part in the battle” (JCNA - Medals and Honours-Other-Section 1-World War I).

[8] Véase la importancia que la administración local otorga a la efeméride de la batalla en: https://www.falklandislands.com/things-to-do/1914-battle-memorial-p673751

[9] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 1/2/1916.

[10] Un análisis interesante sobre la forma en que era procesada la escueta información de los telegramas por cable también para el caso de la prensa de Buenos Aires en Caimari, 2019.

[11] Lo mismo podría decirse de sor María Ussher que por la misma época señalaba en carta a su hermano las dificultades que implicaba para su labor la falta de comunicación con sus superioras de la Congregación: “at present it is so difficult even to recibe a letter from the Superiors, that very often I don’t know how to manage and God Knows when will this war end”. AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1889-1923), Carta de María Ussher a Tomás Ussher, 24/4/1915.

[12] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1889-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 8/9/1914.

[13] Los esfuerzos del gobierno inglés estaban puestos, claramente, en la cuestión bélica. En mayo de 1915 el Almirantazgo designó doscientos hombres a la construcción de una “estación monstruo de telégrafo sin hilo” en Port Stanley. Su uso fue, sin embargo, exclusivamente militar hasta finales de la guerra (AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1889-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 21/5/1915).

[14] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923): Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 1/4/1917; Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 4/6/1917; Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 1/4/1918.

[15] Un ejemplo de muchos que podrían citarse: Cuando la salud de Migone comenzó a declinar y debieron internarlo temiendo por su vida, el padre Ussher no dudó en viajar de inmediato a Stanley y permaneció allí un mes hasta que Migone se recuperó. Véase AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1924-1982) Carta de Mario Luis Migone a José Vespignani, 31/1/1931.

[16] Según la información que se desprende de sus cartas leía: The Southern Cross, diario católico en inglés editado en Buenos Aires; The Standard, diario de habla inglesa editado en Buenos Aires; El Pueblo, diario católico editado en Buenos Aires; La Unión, diario de tendencia germanófila, que además polemizó sobre la cuestión Malvinas en el contexto de la guerra (Dalla Fontana, 2020); el Catholic Herald y The Tablet, ambos periódicos católicos editados en Londres.

[17] Otros ejemplos fueron el cinematógrafo instalado en 1913, la educación en artes y oficios abierta a toda la comunidad (la educación religiosa se impartía solo a los católicos), la conversión de la escuela en enfermería durante la guerra, o los servicios de costura prestados por las Hijas de María Auxiliadora a los marinos antes de la Batalla de Malvinas (Migone, 1948). Como señaló Nicoletti (1999), este tipo de servicios eran importantes para mantener la inserción de la misión en una comunidad de mayoría protestante. En el mismo sentido iban actividades como la organización de coros, muestras y concursos escolares, ferias, etc.

[18] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1889-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 21/5/1915

[19] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1889-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 29/12/1915

[20] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1889-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 31/3/1916

[21]AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 20/12/1916.

[22] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1889-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 2/6/1916

[23] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 1/5/1918.

[24] Desde el inicio de la guerra, la carestía de productos europeos fue un problema para el bazar anual: “La adquisición de mercaderías se torna cada vez más difícil y si la guerra continua no dudo que tiempo llegará en que nos encontraremos en apuros”. AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 4/12/1914.

[25] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 12/8/1918.

[26] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.2 (1889-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 31/3/1916.

[27] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 27/4/1916, 22/12/1916, 3/3/1917, 30/7/1917.

[28] “Espero tener mejores resultados que en tentativas anteriores de este género” AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923), Carta de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 11/7/1916.

[29] AR-AHS ARS/CABA, Correspondencia 4.1 (1915-1923), Cartas de Mario Luis Migone a Tomás Ussher, 2/1/1917, 4/6/1917, 8/7/1917, 30/7/1917, 1/5/1918