Chronica, Vol. 3, Núm. 3, enero-diciembre 2024, ISSN 2953-3376, pp. 100-107
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Entrevista a J. Ramiro Podetti sobre el salesiano Mario Migone y su libro sobre Malvinas
Entrevista por Guadalupe Morad
Archivo Histórico Salesiano Argentina Sur (AR AHS-ARS) Sede CABA, Argentina
“Si me dejaran, me quedaría aquí toda la vida.” (Migone)
Ramiro Podetti es el editor del libro del salesiano uruguayo Mario Luis Migone, 33 años de vida malvinera; escribió el estudio preliminar y cuenta con prólogo de Alberto Volonté (Fin de Siglo, Montevideo, 2020)[1]. Ramiro Podetti realizó sus estudios de grado en Filosofía (Universidad de Buenos Aires y Universidad de Montevideo) y de posgrado en Historia (Universidad del Salvador, Argentina). Es investigador en el Centro de Documentación y Estudios de Iberoamérica de la Universidad de Montevideo, donde ha sido decano de la Facultad de Humanidades y Educación de la mencionada Universidad entre 2015 y 2021. Ha escrito y publicado diversos estudios sobre las Islas Malvinas.
Migone nació en Montevideo el 13 de diciembre de 1863, ingresó al Colegio Pío en 1877, como parte de la primera generación de alumnos. Hizo su noviciado en Buenos Aires y en uno de sus viajes a Europa conoció personalmente a Don Bosco. Actuó en comunidades y colegios salesianos en Argentina y Chile antes de ser destinado a las islas. El salesiano uruguayo estuvo más de 30 años en Malvinas (1903-1937) hasta su fallecimiento en Puerto Argentino (Puerto Stanley) el 1 de diciembre de 1937.
Guadalupe Morad, de Revista Chronica, conversó con Ramiro Podetti sobre diversos aspectos de la obra del P. Migone en Malvinas.
¿Cómo se encontró usted con 33 años de vida malvinera y su autor, el salesiano Mario Migone? ¿Qué pesó en su decisión de lanzarse a la reedición de la obra?
Conocí y leí el libro del P. Migone cuando preparé la compilación de artículos y otros trabajos académicos sobre la Cuestión Malvinas en 2013, que publicó la editorial Fin de Siglo de Montevideo, bajo el título Visiones uruguayas sobre Malvinas. No era posible incluirlo allí, y desde entonces me quedó la idea de impulsar una edición uruguaya, donde era un libro desconocido. La oportunidad se dio unos años después, cuando el Foro Malvinas en Uruguay, con el apoyo de la Embajada Argentina, impulsó la edición.
Sobre Migone y su obra en Malvinas
¿Qué llevó a Mario Migone, un uruguayo, a optar por ir a Malvinas en 1894?
La historia del vínculo del P. Migone con las islas es bastante novelesca, como toda la historia de los salesianos en Patagonia y Tierra del Fuego. El mismo año de su ordenación sacerdotal, 1887, fue designado secretario de Monseñor Cagliero, lo que implicaba su traslado a la ciudad de Viedma. Hacía unos pocos años que se habían creado el Vicariato Apostólico de la Patagonia Septentrional, con cabecera allí, y la Prefectura Apostólica de la Patagonia Meridional, Tierra del Fuego e Islas Malvinas, con sede en Punta Arenas, cuyo primer prefecto fue el P. Fagnano. Debido a la enfermedad y muerte de su padre, el P. Migone debió viajar a Montevideo, y recién en 1889 se encuentra efectivo en Viedma. Y es entonces que hace su primer viaje a Malvinas. Muchos años después, en carta a su hermana Ángela, recordará que paseando por la costa de las islas le había dicho al P. Diamond, el salesiano entonces a cargo de la misión, “si me dejaran, me quedaría aquí toda la vida”. Y en 1894, cuando le dan a elegir destino entre Carmen de Patagones o Malvinas, contestó sin vacilación “Malvinas”. Así que diría que fue un “amor a primera vista”.
¿Cómo describiría las Islas Malvinas que encontró Migone a su llegada? ¿Y la que dejó a su partida? ¿Considera que dio continuidad a la situación encontrada o fue un sacerdote disruptivo? ¿En qué situaciones dio continuidad y en cuáles no?
No es sencillo responder a eso. Desde el punto de vista pastoral, él sintió a veces que sus esfuerzos no rendían el fruto que él hubiera deseado. No he profundizado lo suficiente como para interpretar correctamente el significado de eso, pero me consta que, en más de una oportunidad, en su correspondencia, dejó asentado ese sentimiento. Eso no quiere decir que no fuera feliz con su actividad pastoral, que cumplía con dedicación, tanto al servicio de los residentes católicos de las islas como de la tripulación de los barcos que repostaban allí.
Desde el punto de vista de la vida social y cultural de las Islas, hizo dos aportes bien significativos: la primera escuela para niñas y el primer cine. Para lo primero recurrió naturalmente a la Congregación, y para lo segundo utilizó los servicios de dos de sus hermanos, residentes en Europa. En su correspondencia hay abundante información sobre los equipos que pudo traer y el alquiler de películas.
El año que viene, se cumplen 150 años de la llegada de los primeros misioneros salesianos al Río de la Plata. Migone conoció y trató personalmente a Cagliero, Fagnano y al inspector José Vespignani. ¿Recuerda circunstancias para destacar que nos pueda compartir?
No específicamente, porque mi trabajo se limitó al análisis del libro 33 años de vida malvinera, las razones que movieron a Migone escribir, las fuentes que empleó, sus argumentos para la defensa de los títulos argentinos, etc. No obstante, en mis consultas al Archivo Salesiano, en Montevideo y Buenos Aires, me topé naturalmente con muchísimas referencias a aquellos primeros salesianos, que fueron además sus superiores y sus maestros. Es conocida su biografía de Fagnano, Un héroe de la Patagonia, publicada en 1935; pero no sé si alguna vez se ha editado la de Cagliero, que se encuentra en su archivo, mecanografiada. Y me imagino que pueden salir varias publicaciones más de sus papeles.
Había una proximidad familiar, además, con aquellos salesianos. En una carta de su hermana Ángela, su gran corresponsal de toda la vida ‒y a quien debemos, en gran medida, la preservación de toda su correspondencia y otros papeles‒ se encuentra una referencia muy afectuosa de Cagliero. Ángela, que residía en Lausana, de paso por Roma, fue a visitar a Cagliero ‒era por entonces cardenal‒, y le escribió a su hermano: “Su memoria es prodigiosa. ¡Recuerda aun cuando mamá te acompañó al Colegio Pío, y cuando a mí me llevaba en brazos! Recordando fechas, me sacó la edad sin equivocación… Se enteró con cariño de las noticias de la familia”.
Migone, anécdotas de la vida malvinera y escritura de sus memorias
¿Qué fuentes usó Migone para escribir su obra? ¿Sólo sus recuerdos?
Migone llevaba un diario, que no he podido encontrar, ni en Montevideo ni en Buenos Aires; el diario fue una fuente principalísima del libro, porque hay transcripciones íntegras, y a veces referencias. El libro trata sobre las Malvinas, no solamente sobre el diferendo argentino-británico; se ocupa de la vida social, económica, de las costumbres, etc. y para todo eso sus anotaciones, a lo largo de décadas, le fueron de gran ayuda. Con respecto a los capítulos dedicados al diferendo hay fuentes inglesas y estadounidenses. Es interesante, porque él llega a Malvinas sin ninguna opinión establecida, y se va interiorizando poco a poco de la cuestión. En cierto momento, uno de los gobernadores británicos le presta el libro del jurista estadounidense Julius Goebel, The Struggle for the Falkland Islands. Él quedó profundamente sorprendido por la lectura, que da la razón a los títulos argentinos, y narra con ironía su diálogo con el gobernador, cuando va a devolverle el libro. Al manifestarle su sorpresa por la recomendación, atento a la posición de su autor con respecto a la ilegitimidad de la ocupación británica, el gobernador se limitó a contestarle que “la posesión constituye las nueve décimas partes del derecho”.
Cuando el padre Migone llegó a las Malvinas, desconocía su historia y nunca se había interesado por el conflicto entre Argentina y Gran Bretaña… pero su labor pastoral lo llevó a interiorizarse por la vida de los isleños. ¿Contribuyó a probar el reclamo argentino?
En el pequeño ambiente de las islas, bajo el régimen colonial y con una minúscula población implantada por Gran Bretaña, no había ninguna posibilidad de que su posición influyera allí en algo. En Argentina creo que contribuyó a despertar el interés por la obra de Julius Goebel, varios años antes de que se hiciera y publicara la traducción al español, en 1950.
En el prólogo, Alberto Volonté señala que la obra de Migone, además de enriquecer el conocimiento de Malvinas y los isleños, contribuye a probar que las islas pertenecen a la Argentina… ¿Usted considera que es así? ¿Por qué?
El P. Migone fue una persona muy culta, de muchas y variadas lecturas. Él apreciaba de modo especial, lo argumenta muy bien, el valor del género epistolar, y los varios cientos de cartas que se conservan lo muestran como un fino y agudo observador de la política internacional. Sus observaciones en torno al Tratado de Versalles, por ejemplo, son muy interesantes y visionarias. Le comento esto porque cuando cae en sus manos el libro de Julius Goebel, publicado en 1927, estaba en excelentes condiciones para seguir sus argumentos y entender el valor de la amplísima información diplomática e histórica que ese libro contiene. Yo mismo creo que, todavía hoy, tal vez no se aprovecha bien la riqueza de ese verdadero tratado que es La pugna por las Islas Malvinas. Un estudio de su historia legal y diplomática. Que tiene el valor adicional de provenir de un jurista e historiador, profesor emérito de la Universidad de Columbia, sin compromiso alguno por las partes. Creo que la perspicacia del P. Migone le permitió descubrir allí un conjunto de argumentos decisivos en favor de la posición argentina, y se propuso contribuir a divulgarlos, cuando todavía esa obra no se había traducido al español.
Como editor y compilador de la publicación Visiones uruguayas sobre Malvinas: Foro Malvinas en Uruguay (Montevideo, Fin de Siglo 2013), ¿podría comentar la visión de Uruguay sobre el asunto Malvinas?
Por un lado, no se puede dejar de tener en cuenta que la posición del gobierno uruguayo, desde la Resolución 2065 (XX) de la ONU (1965), ha sido de respaldo explícito y activo a la soberanía argentina sobre las islas, así como de adhesión y reclamo de una solución pacífica del diferendo, en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas. Ha constituido una política de Estado, sostenida por todos los gobiernos (Partido Nacional, Partido Colorado, Gobierno de coalición 1990-1995, Frente Amplio, y por el régimen militar entre 1973 y 1985). Lo que muestra Visiones uruguayas sobre Malvinas es a un conjunto de historiadores, juristas y diplomáticos, desde 1965 al presente, consistentes en argumentar a favor de los títulos argentinos. Pero me interesa destacar que sería un error interpretar estos trabajos como un “apoyo” a la Argentina (aunque en los hechos también lo sea, por supuesto). Lo que quiero decir es que los autores seleccionados expresan aquí sus ideas o fijan posiciones en materia diplomática, jurídica o histórica, de modo consecuente a como lo hicieron en multitud de otros textos sobre cuestiones muy diversas. Voy a dar un ejemplo de lo que quiero decir. La compilación se abre con un discurso muy conocido, aunque no sé si tan leído, del embajador uruguayo ante la ONU, Carlos María Velázquez, pronunciado en 1964 ante el Comité de Descolonización. Ese discurso ha sido elogiado en Argentina por la inteligencia con que fue pensado, por la agudeza de su argumentación y la prudencia con que se expresa. Ahora bien, algo similar acontece con otro discurso de Velázquez en la ONU, sobre la cuestión de Gibraltar: ha sido reconocido en España por su forma de plantear los derechos españoles. Pero otro tanto pasa con el discurso de Velázquez ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con ocasión de la invasión estadounidense de la República Dominicana: se reconoce que marcó el tono de los debates en el Consejo de Seguridad e influyó en la resolución adoptada. Velázquez fue un estudioso del proceso de descolonización, un fenómeno que marcó las décadas de 1950 y 1960, dejó varias obras sobre el tema, y por ello tenía abundantes recursos intelectuales para ocuparse de la cuestión Malvinas.
Los archivos salesianos y la construcción de la historia
Menciona en la obra los archivos salesianos de Buenos Aires y de Montevideo, ¿qué puede contar de su experiencia en el acceso y consulta de los mismos?
En ambos casos conté con todo el apoyo del personal y las comodidades de consulta. Tocar, mirar y leer papeles antiguos es una genuina forma de atravesar el tiempo. Para quienes valoramos la historia, es una experiencia singular, desafiante; también una lucha contra el tiempo, no el del pasado condensado en los papeles, sino en el del investigador, acuciado por leer cuanto más se pueda para seleccionar, transcribir, anotar, el material sobre el cual, luego, va a hacer su propia elaboración. En mi caso, anoté naturalmente mucho más que lo volcado en la introducción que preparé para 33 años de vida malvinera.
¿Quisiera agregar algo de lo que quedó fuera de esta entrevista?
Invitarlos a leer 33 años de vida malvinera, naturalmente. Y algo más: también invitan a su lectura y estudio los voluminosos cuatro tomos en los que su hermana Ángela encuadernó la correspondencia del P. Migone, desde 1875 a 1937, que se conservan en el Archivo Salesiano de Montevideo.
[1] Se encuentra una versión de 33 años de vida malvinera publicada por el Instituto de Estudios Navales-Centro Naval, Buenos Aires, 1996.